Cartas al director

Nazario Blanco Meire, ha muerto un sabio

Estoy lleno de dolor, el sufrimiento que siento enturbia mi entendimiento. Me siento incapaz de expresar el enorme vacío en que se encuentra mi espíritu. Ha muerto un hombre sabio, generoso y bueno. Ha muerto Nazario, el sanador, el refugio de muchos enfermos. Él estaba siempre dispuesto a ayudar, no le importaba el tiempo, el día, ni la hora, estaba siempre allí. Se entregaba con toda su energía cuando alguien lo necesitaba, su generosidad no tenía límites. Se ha ido el amigo del alma que tanto me ayudó. En mi recuerdo está siempre presente su limpia sonrisa y sus sabios consejos. Era como una esponja que recogía el dolor y el sufrimiento de docenas de enfermos que acudían a él atraídos por su merecido prestigio. Nunca se enfadaba, era paciente, humilde y sensible a los problemas de los demás. 

Los que te conocimos te tendremos siempre en nuestros corazones. Y desde la eternidad cósmica tú velarás por los tuyos, por aquellos que dependieron de tu sabiduría y que nunca olvidarán el enorme amor que generosamente compartías con los más débiles y necesitados. Hasta siempre querido amigo.