Cartas al director

Sentido del amor y sentido del humor

El Apóstol que se eleva sobre la plaza de la Inmaculada de Santiago suelta sus cabellos largos al viento, una señal inequívoca en el arte de la libertad. El apóstol Santiago nunca estuvo en contra de la libertad de expresión. Los escritos que nos quedan de él hablan al contrario de alguien que contó lo que sentía a toda costa, y que dio de hecho la vida por expresar su mensaje. 

Los peregrinos que llegan caminando hacen también kilómetros de palabras, primero hacia el exterior y después, más hondas, hacia dentro de sí mismos. Al caminar aprenden a observar el equilibrio, se vuelven prudentes, liman las palabras para que envuelvan amor, para que no rajen la ira. 

Qué fácil es herir, sembrar rencor, destruir, hacer la guerra. Y que difícil es reconstruir, sembrar amor, curar, hacer la paz. Que la prudencia guíe la libertad de expresión, que el buen humor guíe al humor, y que el Apóstol Santiago, nuestro querido Patrón, nos guíe a todos.