Cartas al director

Referéndum familiar

Inspirados por los mismos principios aplicados por los independentistas catalanes, en especial el referido al derecho a decidir, hemos realizado un referéndum en mi hogar con la participación de los miembros de la familia, compuesta por muy pocos integrantes con derecho a voto, pues solo la formamos mi mujer y yo.

Los acuerdos para su celebración, composición de la junta y mesa electorales, formadas obviamente por nosotros mismos, elaboración de la pregunta, el modelo de papeleta, urna a utilizar, (una caja de zapatos), normas electorales, en fin, todo lo que en definitiva hay que reglar para una consulta de este tipo, ha sido pergeñado y decidido mediante debates y votaciones estrictamente democráticos, resueltos siempre por unanimidad.

Al igual que los independentistas catalanes, nos consideramos soberanos absolutos de nuestro territorio hogareño y poseedores de una identidad con peculiaridades específicas, totalmente distintas de las de cualquiera otra comunidad existente en el mundo, incluida la jerga familiar y expresiones gestuales genuinas que empleamos a veces para comunicarnos, que consideramos históricas y consustanciales con nuestra forma de ser, pues llevamos ya formando comunidad marital la friolera de 43 años, es decir que no se trata de un capricho, sino que están enraizadas en nuestra idiosincrasia como familia-pueblo, pequeñito pero pueblo, uno más de de los millones que integran el Estado español.

La pregunta sometida a votación ha sido la siguiente: ¿Quiere sufragar con su aportación a la Hacienda Pública Española la independencia de Cataluña? El resultado del escrutinio ha sido del 100% para el no, así que hemos tomado otra determinación, que es la de comunicar al presidente del Gobierno Español, mediante esta carta al director, pues no tenemos ninguna relación con él y suponemos que tampoco querrá concedernos audiencia, que no destine ni un céntimo de nuestra contribución al erario de España para la construcción del pretendido Estado Catalán, en particular para la anunciada ampliación de sus embajadas o para la creación de su Hacienda, pues estas actuaciones, si es que las leyes españolas lo permitieran y los catalanes dieran su consentimiento, se las deben pagar ellos solitos, como nosotros hacemos frente, religiosamente y sin ayuda, a los gastos de nuestro hogar-nación.