Cartas al director

Obituario: María Juana Silva Rodríguez

Se dice que cuando un amigo se va, deja un espacio vacío que no se puede llenar con la llegada de otro amigo, pero cuando esto sucede con una madre después de más de 60 años de convivencia bajo el mismo techo, el sentimiento y el dolor profundo que uno siente es enorme. Y aunque uno es consciente de que más temprano que tarde algún día tenía que suceder el fatal desenlace, dada su avanzada edad y sus lógicos achaques, nunca se espera llegue ese momento. Y fue precisamente la noche mágica del día 6 cuando los Reyes Magos le han traído el regalo de llevársela al reino de los cielos que bien merecido lo tenía en este mundo. Desde esa fecha no hay día que al ver tu asiento vacío en el salón, entre sollozos te estoy viendo imaginativamente sentadita en él, a veces rezando, otras llorando, o cantando y rompiendo papeles, que dada tu demencia era tu mayor entretenimiento. 

En fin, sólo me queda el consuelo de que cuando más lo necesitabas siempre has tenido a tu lado un ángel de la guarda, que ha sido tu hija política Merchi, la cual con su infinita paciencia y sutileza que requiere el trato de un enfermo de esta índole, te atendió y cuidó bastante mejor que muchos de los hijos legítimos atienden a sus padres, ya que nada más ver tu estado anímico alterado, no dudaba un momento en recurrir a tu medico de cabecera, la doctora Sampedro, cuya atención dispensada a cualquier hora del día fue un apoyo enorme, ya que siempre ha estado dispuesta para lo que te hiciera falta y estuviese a su alcance, así como la de tus vecinos José Ovidio y tu ATS particular Tere, la cual en todo momento que necesitabas estaba siempre a tu lado.

Desde este medio quiero expresarles a todos ellos nuestros mayores agradecimientos, y como sabemos que tanta atención no se la podremos pagar nunca, solo les deseamos a todos ellos que cuando lo necesiten tengan la misma ayuda y apoyo que le han dado a nuestra querida madre Q.D.P.