Cartas al director

Nostalgia

Mi amigo, el más viejo de la parroquia,  igual que los melancólicos o los exfutbolistas estrella, piensa a veces que cualquier tiempo pasado fue mejor. A lo largo de su vida ha conocido tiempos buenos y también no tan buenos, pero de todos ha bebido y tragado. Como todos. De caer y levantarse ni te digo.

Viene esto a cuento de que para él la palabra Franco le trae buenos y gozosos recuerdos. Esa palabra era la liberación, el santo y seña para volver a encontrarse a sí mismo, tenía unas connotaciones de alegría, de vivir, de esfuerzo, de resucitar, de premio, de aprendizaje y compañerismo.

Porque quizás muchos no lo entiendan y pueda ocurrir cualquier cosa. E incluso la contraria. Que todo puede pasar, ya que tampoco está muy claro, pero yo le entiendo, aunque se me hace harto complicado explicarlo.

Suspirando, me dice que después de días de maniobras, de instrucción, de tiro, marchas o ensayos bélicos, diurnos y nocturnos, al final siempre cuando rompíamos filas -corriendo tenía que ser- gritábamos muy alto, claro y fuerte esa palabra, que abarcaba su nombre, que era el acabose, la vuelta al reino de la paz y del descanso bien ganado y bien merecido.

Y desde la mili en la Brigada Paracaidista le ha quedado muy fuertemente arraigada, recordándola de cuando en cuando, como un auténtico y verdadero talismán que aún sigue teniéndola presente con cierta morriña melancólica de unos muy buenos y gozosos tiempos mozos, de completa y aguerrida plenitud y salud.

En sus tiempos de desbroce y otros trabajos agrícolas, al acabar, sentado ya y fumándome aquel cigarrillo que sabía a gloria, mientras veía el trabajo recién acabado, interiormente aún la nombraba con todas sus fuerzas: Franco.

Por eso, quizás por eso, me da pena y siento como tantas personas que la denostan y maldicen sin haberlo vivido, y por lo que se ve también conocido. ¿Será solo ignorancia o que estudiaron poco, mal o deformada historia y no hicieron la mili?  Eso es lo que me pregunta, muy humildemente, ya que no suelo encargarme personalmente de este tipo de respuestas, y solo me limito a confiar en la validez de la pregunta.

Pero para él y otros muchos melancólicos, esta pregunta aún hoy en estos días tan aciagos, sigue teniendo pleno valor y legitimidad. Y la verdad, hay veces que la echa tanto de menos la una como el otro, me dice entristecido, con remordimiento y convencimiento.