Cartas al director

A la caza del sin techo

No sé por qué, al leer el ultimo caso del sin techo agredido en Barcelona por menores de edad después de una noche de juerga y alcohol, lo asocio a algo repetitivo en lo que conlleva de instinto animal por personas ociosas, a veces bajo el embrutecimiento etílico, como son los botellones. En realidad ese sentimiento está vivo en la propia sociedad y los políticos explotan ese sentimiento en forma de las redadas periódicas-policiales para expulsar del sistema de inserción a las personas en situaciones de mayor desprotección. El futuro que les depara a los identificados es que unos serán expulsadas del país (casos de los inmigrantes) mientras otros permanecerán en centros de internamiento y volverán a la calle ahondando su difícil situación.

Como órganos dispensadores de caridad basado en las ayudas emergencia, es más sencillo ese populismo que implica criminalizar al sin techo que reconocer abiertamente un sistema económico inclinado en su contra. No han faltado voces pese a ello que en los últimos años se han alzado una y otra vez contra esa injusticia que es la vida en la calle junto con la violencia social que lleva pareja. Siempre en vano.

No me sorprende que nuestro país no logre erradicar el problema de los sin techo porque, a mi juicio, éste requiere una solución que nuestras instituciones no están dispuestos a tomar y que pasa inevitablemente por que incorpore las ideas defendidas desde nuestras organizaciones, como visión objetiva, en cuanto a proveer recursos como techo permanante, atención sanitaria y psicológica, formación y empleo. ¿Acaso es de anti sistemas querer que en tu país no sucedan estas cosas? La discriminación social (sea por motivos de etnia o en atención a las cualidades del sujeto) es, con el racismo, un tema incómodo en una sociedad conservadora como la nuestra que integra parte de la culpa de sus problemas sobre los débiles. En este sentido resulta curioso que algunos ayuntamientos mantengan la ordenanza de incivismo que no impide que cada fin de semana el alcohol y las pastillas corran a destajo. Y como tal se permita a una juventud ociosa altos índices de delincuencia urbana, dejando en entredicho su extrema firmeza contra los sin techo, bajo el pretexto quizá (como decía la señora Aguirre) de que afean la imagen de la ciudad ¿Es que la gente no sabe lo que está pasando?