Cartas al director

Un sonoro aplauso a Julio Dorado

El domingo, don Julio Dorado escribió un articulo “Mercancías Peligrosas (y perecederas) en este diaro, lo leí con aten- ción y ante la pregunta de ¿que te parece?, no me cabe otra cosa que un sonoro aplauso ante un artículo muy bien desarrollado y con un fondo extraordinariamente sensato.

Estoy totalmente de acuerdo, que el señor Pajares (digo señor, porque un hom- bre de fe se hubiera quedado con sus hermanos) no debía haber abandonado a su suerte a sus compañeros enfermos y pacientes, que allí quedaban a una muerte segura. Otros en su lugar, como bien dice don Julio, se quedaron para morir de le- pra con sus enfermos, haciendo lo mismo que un día hace mucho tiempo Jesús de Nazaret hizo, muriendo en la cruz por los demás, y más tarde otros muchos siguiendo el mismo sentido apostólico al que se entregaron con sus votos y su conciencia. Recuerdo a los monjes de Tibhirine que no renunciaron a su misión que no era otra que estar al lado de aquellos que los necesitan, sabiendo que los aguardaba una muerte segura; la última noche, celebraron su última cena, como su maestro les enseñó. El padre Christian M. Chergé en una carta de despedida, escribió al final: “Y a ti también, amigo del último instante, que no sabrás lo que estés haciendo, sí, porque también por ti quiero decir es- te gracias y este a-Dios en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea dado volvernos a encontrar, ladrones colmados de gozo, en el paraíso, si así le place a Dios, Padre nuestro, Padre de ambos. Amén. Inchalá".