Cartas al director

Pasando lista

Con el firme propósito de superar los alicaídos ánimos, recientemente adoptaba la decisión de volver a subirme a la bicicleta, al tiempo que también reemprendía la noble afición de juntar palabras. Es, en cierta manera, lo que ‘in illo tempore’ los latinos recomendaban al personal, al que se animaba a tener una ‘mens sana in corpore sano’; toda una saludable panacea para estar en forma, tanto física como intelectualmente. Recorrer regularmente en bici varias  decenas de kilómetros beneficia la salud y ayuda a serenar el espíritu. Y sentarme delante del ordenador para escribir cualquier cosa, o bien repasar el texto de mi próximo libro, me inyecta renovadas energías y contribuye a oxigenar mis maltrechas neuronas.  

 
Paseando por los llanos caminos del delta del Llobregat, siempre  pendiente de que no se escape una perdigonada de los cazadores de aves que pululan por ahí, me topaba con un poco de todo. Pasando lista de lo que más me llamaba la atención en la ciudad en la que vivo, me sorprendía, en primer lugar, el ritmo frenético con el que están tirando adelante las obras de Amazon; una gran nave que se construye en el parque de negocios ‘Mas Blau II’ y que será el centro logístico de este gigante del comercio electrónico americano para el sur de Europa. El estruendoso y acompasado ruido de las plataformas perforadoras se asemeja a una gran batucada que preconiza que todo estará listo para el 2017 y que habrá 1.500 nuevos empleos.


Al otro lado de la carretera (‘Mas Blau I’), observaba que el mantenimiento de sus estanques dejaba mucho que desear, con el agua turbia y llena de algas. Y para completar mi habitual circuito matinal, acostumbro a recorrer el carril-bici de la playa y a circundar la ahora tranquila zona aeroportuaria de la T-2, en la que, una vez más, comprobaba el gran dispendio de espacios vacíos de sus antiguas áreas de aparcamiento, donde no para de crecer la maleza en medio del asfalto. El último asunto de la lista me lo facilitaba mi inevitable amigo (“El Cínico”), quien me confesaba que no puede soportar que la gente (incluidos niños y adolescentes), esté tan enganchada a las redes sociales. “¡Es una manipulación programada de las masas, para que no piensen en otras cosas…!”, me largaba sin más.