Cartas al director

Isabel González González

Si vienes a mi sepultura por favor no reces ni solloces, reza si quieres una oración y obséquiala con una flor.
¡Yo ya no estoy ahí! El Señor me quiso a su lado y bendito sea por acordarse de mí.
En nuestra parte es muy doloroso, duro y triste verte partir, pero lo quiso así la Divina Providencia, y aunque pesarosos siempre acataremos los dictados del Señor: ¡Hágase en mí según tu palabra!
Isabel, los lazos amorosos que tantos años nos unieron y lo felices que fuimos quedan solo para rezar y también dar gracias a quien todo lo puede, al darnos unos hijos sin parangón, que brillan más que el sol y que no hay tesoro que se les pueda comparar.
Ahora solo a rezar como tú nos enseñaste, y que el Señor te dé la gloria del cielo ya hasta la consumación de los siglos.

¡Hasta que nos volvamos a ver!