Como siento una gran paz y tranquilidad de espíritu vuelvo a dedicarte estas dos letras llenas de cariño y amor que, como un calmante espiritual, nos ayudan a mitigar el desconsuelo y la angustia que jamás me abandonará.
¡Isabelita!, en mi nombre y en el de los que te quisieron un ¡beso! que a través del espacio llegue al cielo donde ahora moras, descansas y eres como un ángel, después de cumplir ejemplar y dignamente la misión que la Divina Providencia te tenía asignada.
¡Belita!, en nombre de toda la familia un beso.
Antes de terminar, decir que supiste amar a tu familia a la par que al prójimo, al dejar una herencia llena de humildad y caridad. Supiste la grandeza de Dios y supiste repartirla entre tus hijos y prójimos. Que Dios te bendiga. Fuiste una grande del Señor y un ángel.
A Mª de los Ángeles, a Maribel por sus charlas semanales y a Raquel y esposo, nuestro más profundo agradecimiento por su profundo amor a la finada, que ella en el Más Allá tendrá en cuenta y los bendecirá.
Amada Isabel, una vez más, en nombre de tu esposo, hijos y nietos, un muy cariñoso beso que no tiene fin.