Cartas al director

OBITURARIO | Amelia, querida Amelia

Lo sabíamos. Lo teníamos claro pero no lo suficiente porque siempre parece que queda un resquicio de esperanza… Ojalá se hubieran equivocado los médicos… Lo pedí veinte y mil veces pero no fue así. Se nos fue nuestra querida Amelia. Es una gran tristeza la que inunda nuestros corazones que intentan rebelarse a una realidad inevitable. 

Se nos fue una gran mujer. Una gran persona con una humanidad excepcional, una gran humildad y una capacidad de trabajo ejemplar. Su gran valía como persona, su sensibilidad social y su honestidad han quedado patentes a lo largo de su vida . Ella fue la gran profesional artífice de los Servicios Sociales de Ourense, siempre con tiempo para todo y para todos.

Yo tuve la gran satisfacción de conocerla cuando el Partido Popular ganó las elecciones en el año 1995. En aquel momento, Esperanza, la “alcaldesa de Covadonga”, me hablaba mucho de “Doña Amelia”. Sus palabras denotaban una gran admiración y respeto y yo me imaginé una mujer mayor, hacedora de todo tipo de bondades que le hacían merecedora del reconocimiento. Solamente me equivoqué en la edad. Cuando me la presentaron me encontré frente a frente con una mujer joven con una luz especial en la mirada. Una mujer chiquitita y adorable, grande de corazón e inagotable energía. Una mujer con una capacidad de trabajo asombrosa preocupada siempre por el bienestar de la sociedad en la que decidió vivir en compañía de un hombre que siempre estuvo a su lado, profundamente enamorado y cuidando con esmero ese corazón tan grande.

Mi amiga, nuestra amiga, Amelia, fue candidata del PP en las últimas elecciones y, como siempre, se empleó a fondo con gran ilusión y demostrando una vez más su increíble capacidad de trabajo. Era incansable en todo aquello en lo que creía y le ilusionaba. “Doña Amelia” era y siempre será fundamental. Se nos acaba de ir un puntal imprescindible.

Ahora, sentada en mi escritorio con mi corazón lleno de tristeza, recuerdo cada momento que compartí con ella. No podía ser de otro modo. Todo se lo comentábamos para que ella nos diera su opinión antes de tomar una decisión. Es duro reconocer esta realidad pero no queda más remedio que aceptarla… 

Amelia ha sido admirable hasta el último instante. Siempre dio lo mejor de sí misma y ofreció una sonrisa hasta en los momentos más difíciles con palabras de ánimo cuando el desánimo impregnaba nuestros corazones y no nos dejaba respirar con soltura. Su entereza pese a la enfermedad y la paz que transmitía cuando la visitábamos nos reconfortó a todos y siempre la echaremos de menos.

Se nos cayó la fecha de una comida… Me dijiste que te dolía un poco la espalda y que mejor esperábamos unos días, pero el tiempo pasó y no pudo ser. Aquella comida con una cerveza fresquita fue una de tantas cosas que me habría gustado compartir contigo pero es obvio que los tiempos nos vienen marcados y que los planes que hacemos no siempre tienen lugar en el calendario. 

Mi querida Amelia. Hoy y siempre celebraremos haberte conocido y lamentaremos haberte perdido. Sabemos que allí donde estás ahora es un lugar mucho mejor que este, pero si te soy sincera eso no consuela nuestro dolor ni el dolor de Julio ni de tu hija Silvia, a quienes tenemos en nuestro pensamiento y admiramos por su entereza y por el gran amor que te profesan.

Amelia Belmonte Espada falleció rodeada de amigos y en paz. No podía ser de otra manera.