Cartas al director

Cada minuto

Ese momento en el que miras atrás y ves lo largo que es ya el trayecto. No te das cuenta de la velocidad del tiempo hasta que no eres su víctima. Vivimos continuamente perseguidos por el minutero, que cada vez nos gana un poco más. Esta carrera es insignificante hasta que deja de serlo. Y es que no somos conscientes de lo que vale cada momento hasta que se empiezan a convertir en fantasmas del pasado. No valoramos estos fantasmas hasta que desaparecen sin que nos enteremos y aun así notamos su ausencia.

Vivimos continuamente esperando algo que nunca llega. Se oyen las pisadas de un futuro inminente que nunca es el que esperamos, que siempre nos sorprende. Y sin embargo sobrevivimos. Sobrevivimos para seguir corriendo por inercia directos al vacío. Tenemos prisa por llegar a ninguna parte, hasta que llegamos y entonces queremos retroceder.

Momentos guardados en fotos descoloridas y en canciones con más significados de los que su propio autor pudo imaginar. Olores que recuerdan a personas y lugares que nos devuelven emociones. Sentimientos ligados a una fecha concreta, trozos de nosotros que se quedaron en algún recoveco de mi, ya largo, pasado. Lágrimas sobre almohadas viejas, latidos de mi corazón acompañando al ritmo de algún motor y palabras que callé en silencios que hace tiempo fueron olvidados. 

Tiemblo si pienso las mil cosas que sé que no volverán, pero más miedo me da pensar en todas las que sé que pude hacer y no hice. Por eso espero una tregua que sé que no llegará. El minutero me seguirá persiguiendo, cada vez más deprisa. Yo huyendo, cada vez más veloz, cada vez más cansada, aprovechando cada instante y archivándolo en mi, cada vez más lleno, buzón de los recuerdos. Porque ahora, más que nunca, soy consciente de cada minuto.