Cartas al director

Adelgazar las administraciones

Cómo es posible que nadie con sentido común, raciocinio y algo de autoridad no se moje por lo menos en el intento de exponer alguna propuesta sobre la necesidad de adelgazar las administraciones públicas.
Parece fácil de entender, ninguno de los que ocupan cargo por poco relevante que sea, votaría a favor de la supresión de ese escaño ante el riesgo de que sea el el primero en caerse del mismo.

En el hipotético caso de que alguien metido en harina soltase la idea de tal cambio y llegase a oídos del gran público, estoy seguro que nos abordarían con la disculpa de que ellos son necesarios e imprescindibles y alguna que otra justificación.
Si nos situamos en la necesidad real, lo abrumador es que nos sobran por lo poco tres cuartas partes de esos puestos que ellos crearon a su medida sin previa consulta.

Desde el más básico, como los concejales, hasta los que se mueven en Bruselas a diario me pregunto: ¿Dónde están? ¿Qué hacen? ¿Para qué sirven? 

Y es que para gestionar cualquier organismo público solo hay que desde arriba dar órdenes acertadas para que los funcionarios las pongan en práctica, los concejales, diputados autonómicos nacionales o de la índole que sean solo tienen la función de después tirarse una siesta en el escaño, tocar el botón verde o el rojo, según las ordenes del líder de turno, a eso se limita sus actuaciones que mejor es no saber lo que nos cuestan al año toda esa tropa de parásitos sociales. Se nos han subido a la chepa y no se atisba posibilidad de liberarnos.
Pero la mayoría de ellos han hecho de la política su carrera y a ver quien es el guapo que les mueve sabiendo que la decisión depende de ellos y no de nosotros, a nosotros solo nos queda el consuelo del pataleo y pagarle los sueldos que ellos mismos se han adjudicado.
Si para el Gobierno central solo nos hace falta elegir al equipo de gobierno sin necesidad de costearnos a 350 diputados, con 266 senadores que solo sirven para armar bulla y recoger sin falta sus emolumentos (lo del altruismo no va con ellos) como mucho con un representante por provincia tendríamos más que de sobra. 

Y si otro tanto hiciésemos en las autonomías, ayuntamientos, diputaciones, Europa, etc. podríamos descargarnos de un lastre innecesario, porque piensen que sin ellos el mundo se movería igual, si solo buscan su acomodo y vaya si lo consiguen.