Cartas al director

¿Desastres o imprudencias?

Quien más quien menos se da cuenta de que las noticias de los mal llamados desastres en una extensa franja de costa mediterránea cada vez que Zeus abre el grifo y acompañado de los efectos de Eolo colocan los límites del mar en el sitio que le corresponde nos damos cuenta de que la imprudencia se instaló en los temerarios colonos de esa franja de tierra que por precaución debería ser intocable.

Las primeras consecuencias son para ellos, que se la juegan a una sola carta, pero se la juegan un poco sabedores de que si algo pasa siempre habrá algún organismo que echará mano y les pondrá unas ayuditas que pagaremos todos, después de cederles una tierra que solo pertenece al mar.
Sería bueno que los informadores, a la par de dar la noticia de los acontecimientos, fuesen haciendo comentarios de que en el futuro hay que evitar ver una y otra vez repetirse la situación para que las autoridades organicen de manera racional eses negocios literalmente montados encima de montones de arena. 

Tal descaro a la madre naturaleza ya se está extralimitando incluso con la construcción de viviendas que tienen su tirón por estar en primerísima línea de playa, pero que son como gigantes con pies de barro. Por muy bonito que sea un paseo por las rutas de chiringuitos debería de prevalecer el sentido de la precaución, pues visto el riesgo que corren da la risa cuando se les ve soltar esos lamentos tan poco justificados, porque son fácilmente evitables.

A ver si a base de sufrir desgracias los todopoderosos gestores se dan cuenta que es necesario tomar medidas de control sobre el descontrol que permite colocar infraestructuras fuera de lugar, si no la cosa solo tendrá continuidad con más desastres año tras año.
Para evitar los lamentos antes sería bueno tener “sentidiño”