Cartas al director

Recuerdo a Arturo Conde Araújo: retazos de una vida

Nació de Julia y Efrén, Calvelo fue su cuna. En los Milagros se gestó su vocación al sacerdocio. De padre jovencito, salió al mundo a predicar la palabra de Dios, bajo el paraguas de San Vicente de Paúl. Impulsado por su juventud rompió moldes y estereotipos.

En Madrid, Salamanca, Alemania, Puerto Rico, Venezuela, por el norte de España, Coruña, Orense y en esta comarca dejó retazos de su vida.

En el colegio de los Milagros fue educador padre y madre de muchos jóvenes, gran amenizador en J.M.V.En la parroquia de los PP. Paules de “La Milagrosa de Orense” arrasó con la juventud. Se caracterizó como sacerdote de los que crean afición, no hay familia en este barrio que no le quisiese, El P. Arturo Conde Araújo o Arturo como le gustaba le llamasen.

Ya en su madurez, estando en su mejor momento en esta parroquia, dio el duro y difícil paso de dedicarse al cuidado de sus padres, compaginándolo con la pastoral de las parroquias de esta zona,situación muy difícil que solo puede con ella quien tiene verdadero amor y un gran espíritu de Sacrificio.

Perfeccionista y responsable, supo explotar el don que Dios le dio de su inteligencia. Y para poder abarcar más y que su labor fuese más fructífera, se rodeaba de personas en las que delegaba responsabilidades, creciendo éstas en madurez pudiendo él dedicarse a la esencia de su misión. Su lema era: lo importante es la persona y su bien estar, darse a ella ,ser cercano, transmitirle confianza y seguridad y después llegar a su alma.

Supo ganarse el afecto de las personas que le trataron en las distintas etapas de su vida.

Se caracterizaba por su don de gentes, sabía ponerse a la altura de todos: cultos, ricos, menos cultos, pobres. Valoraba mucho su libertad y la felicidad de las personas. Buscaba la colaboración de sus amistades importantes consiguiendo ayudas para las Iglesias de sus parroquias y el bienestar social de éstas. Luchó con nosotros para inculcarnos el concepto de comunidad, en lugar de  pensar en el “yo personal”; que pensásemos en el bien común.

Unos le recuerdan como: “El padre de la gente”, otros como: “El sacerdote de las misas participativas y bonitas”, como una persona que escuchaba y se involucraba en los problemas familiares, ayudando a jóvenes y muchas familias; otros como “el padre que solo era feliz uniendo familias y vecinos”; sin lugar a dudas, como “el gran restaurador” de sus Iglesias y centros comunitarios; otros le recuerdan por haber sido un buen ejemplo de hijo a
imitar.

Lo recordamos por su desmedido espíritu de servicio a los demás. Por supuesto, lo recordamos por el amigo que “chinchaba cuando ganaba el Barça y perdía el Madrid”. Una persona que por donde iba derrochaba vitalidad, alegría, humanidad y bondad.

No dudemos que su mejor recuerdo y su gran legado para nosotros son todas las enseñanzas
que nos dejo:

  • Desterrar de nuestros corazones el egoísmo, el rencor, la envidia y llenarlo de generosidad y alegría.
  • Que sepamos ver a Dios en las personas que tenemos a nuestro lado.
  • Hacer obras de caridad. Escuchando,acompañando,compartiendo.
  • Que las mejores flores son las que damos a las personas en vida.

 

En los momentos difíciles de su labor, que sí los tuvo, desmoralizado por la falta de los resultados que él esperaba y lo típico al ser una persona pública, sus reflexiones eran: “Aunque critiquen y calumnien, no se debe de dejar de hacer cosas y el bien a los demás. Un sacerdote necesita una espalda muy ancha y un corazón muy grande.”

En él no cabía el rencor, el egoísmo, ni la envidia. Perdonaba al momento y olvidaba un segundo después. Sus muchas cualidades creaban una espesa nube que eclipsaba por completo sus defectillos. Él nos aceptaba y quería a todos con nuestros defectos y cualidades.

Que no nos quepa duda que pasó por esta vida mejorando el mundo. Esa huella es imborrable. Muchas generaciones le recordarán e iremos trasmitiendo de unos a otros, experiencias y anécdotas compartidas con él. En estas fechas en las que todos te recordamos, te digo:

"Gracias amigo por regalarnos bellos momentos de tu vida, por darnos el mayor bien que tiene el ser humano: su tiempo. A tu lado aprendí muchas cosas de la vida. Me diste los mejores consejos.Tu gran lección, de vivir cada día con optimismo.

Hoy no debemos de recordarle con tristeza. Me decía: 'Nunca dejes que un sentimiento de tristeza te invada, este desaparece y es un tiempo que has perdido. El tiempo es oro y esta vida es un suspiro. No comprendo por qué tenemos que vivir enfadados unos con otros, si con
el diálogo todo se soluciona'.

Ya cansado físicamente debido a años de mala salud. Dios le quiso ahorrar la dura cuesta de la ancianidad. Lo reclamó a su lado con una muerte dulce, sin dolor y rápida.

Si nos olvidáramos el egoísmo propio de querer tener siempre a las personas queridas con nosotros y pensáramos en su bien, Él no se merecía una mejor manera de dejarnos.

Hace un año que tenemos una estrella en el cielo que alumbra nuestro camino y vela por nosotros: ese niño-hombre, que hoy recordamos con cariño y admiración, ese niño, Arturo, de pelo rizado e inquieto que salió de Calvelo y puso su vida al servicio de Dios y del prójimo, o fillo do Efrén e da Julia.

¡Cuida de nós e vainos facendo un buratiño no ceo á carón de Deus para cando nos chegue o noso momento!"