Cartas al director

Las miles y las glorias

Primero estaba completamente enamorada y no se le podía reprochar su total entrega y confianza en el ser amado. Ahora afirma que firmaba a ciegas todo lo que su marido le ponía delante, lo que no es más que la confirmación del anterior "revival" amoroso. La verdad es que no se sabe muy bien para qué le sirvió la educación universitaria que recibió a cuenta del presupuesto nacional. Y parece que tampoco va con ella eso tan socorrido de la emancipación femenina, porque, según parece la palabra del amado de su corazón equivale al mismísimo Evangelio.


Ahora bien, una cosa es estar completamente envuelta en la dorada red de Cupido, y otra ser boba de baba. He aquí que la misma que aparente no saber hacer la o con un canuto, se va a esquiar a Aspen (Colorado), o a disfrutar la Semana de Pasión -nunca mejor dicho- a la Toscana, que relaja mucho, con un considerable dispendio de ignota procedencia, aunque todos sospechamos donde está el zurrón de los "cuartiños".


Ya puede su augustohermano lanzar vibrantes arengas sobre la necesaria "ejemplaridad" de la institución, que hacen babear de gozo a los beneficiarios del régimen, pero que no afectan a su hermana ni al cuñado, habituado al "pelotazo" y tentetieso desde que practicaba -con notable acierto, todo hay que decirlo- el noble deporte del balonmano. Moraleja: cada día que amanece el republicanismo crece.