Cartas al director

Clase media

Se dice que el hombre, y también la mujer, es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra. El político lo hace de forma persistente. La llamada clase media ha sido tradicionalmente el motor del cambio liderado por los socialista. La clase media de hoy no tiene los mismos objetivos que al principio de la transición. El modelo económico y social ha cambiado profundamente.

Vivimos con un grado de convulsión social mayor que en las últimas décadas y con un descontento emergente que no se refleja en los medios de comunicación institucionalizados. Existen implicaciones cotidianas que han contribuido a crear un clima abierto que los modelos tradicionales de organización no están sabiendo ver. Se gasta mucho más dinero en sostener aparatos burocráticos inservibles, que en afrontar los problemas reales de pobreza y de paro juvenil. Las condiciones de vida están empeorando significativamente. A pesar de los “sueños” de los mandatarios, el poder adquisitivo no se recupera para una buena parte de la población. Si no se encuentra un actor dinámico suficiente las condiciones para un populismo indefinido están dadas.

No se trata sólo de una crísis económica sino también de un quiebro de los valores sociales con una llamada urgente a otra reformulación. Buena parte de la población tendrá que acostumbrarse a vivir con menos y a convivir con la pobreza de los próximos. Los hijos ya no lo tendrán tan fácil como lo tuvieron los padres. Quizá su futuro esté más cercano a la escasez sufrida por los abuelos. De aquella crisis se salió con el desarrollo del Estado de Bienestar. Hoy es precisamente lo que se intenta destruir con la piqueta de las llamadas reformas entendida por la mayoría como un fraude.

La clase media en su visión tradicional está reduciendo su número, las grandes industrias están en vías de desaparición, los obreros industriales son casi inexistentes, las pujantes clases medias se han convertido en personas desestructuras con formación elitista pero que han de vivir con el nivel de ingresos de los “desclasados”. Este sector social será determinante en la política del futuro, cuando los políticos quieran hacer Política; cuando abandonen las triquiñuelas y las falsas expectativas.