Cartas al director

Cuando la patria son patrias

Para un gallego emigrante que en su peregrinaje ha reivindicado la patria española, la patria castellana, la patria vasca, la patria catalana eso del “dia de la patría aunque sea la “gallega”, le resulta incómodo. Prefiere reivindicar el día, los días de las patrias de todos los marginados de todos los países.

En la época de la globalización pretender que las personas tengan una sola patria supone un esfuerzo en gran parte inútil y condenado al fracaso. No es una casualidad que en este tiempo hayan proliferado las declaraciones en la que los ciudadanos se sientes “ciudadanos del mundo” y también la antitética que nos avoca a un nacionalismo reduccionista, excluyente en defensa de lo indefendible: la identidad histórica en contradicción con la identidad social. Ningún partido puede ser eficaz a menos que los miembros cumplan con los papeles sociales asignados

Aunque la historia de al menos algunos movimientos nacionalistas es ahora bastante familiar en términos generales, entender el curso de tales movimientos, por no decir adivinar su futuro, ha demostrado ser una tarea difícil. Mientras las conclusiones sobre la dinámica del nacionalismo se extraiga exclusivamente de los datos históricos, el mejor entendimiento que podemos tener de la cuestión, se verá limitado necesariamente a los hechos ocurridos sin que abra ninguna perspectiva de futuro.

Sólo podría justificarse esta conclusión pesimista, si todos los intentos de ir más allá del análisis “post-hoc”, fracasaran totalmente. Los esfuerzos para elaborar una teoría deductiva sobre el nacionalismo está todavía por resolver. El objetivo de los estudios sobre el nacionalismo debería llevarnos a comprender una nueva teoría deductiva de la solidaridad entre las diversas identidades.

Quizá la teoría podrá dar sentido a alguna de las conocidas evidencias sobre los movimientos nacionalistas y, además surgirán nuevos caminos para la investigación.

Los partidos nacionalistas logran perdurar en la medida en que elaboran una teoría y una práctica de la solidaridad de grupo expansiva y la apliquen a la dinámica del partido. Esta dinámica política entra en contradicción con aquellas políticas que hacen de la exclusión su bandera, absortos en gran parte en la defensa de su identidad histórica, abandonando subrepticiamente la identidad de las necesidades del presente.

El hecho de que concurran a las manifestaciones los diversos movimiento sociales nacionalistas o no, alimentan la esperanza de la asunción de una teoría de la solidaridad intergrupal.