Cartas al director

Debilitar la educación

El papel de la educación se debilita fundamentalmente de dos maneras: no apreciando el papel del educador y no dotando a la sociedad de un cuerpo de enseñantes capaces de abrir nuevos horizontes a la sociedad. No existe cambio social y progreso estable sin educadores cualificados y dispuestos a participar en políticas de lucha contra las desigualdades, superables sólo a través de la educación.

En algún momento, el proceso de recortes del gasto público se vio como una necesidad de “reajustar la inversión” en campos, al menos, no tan necesarios Andando el tiempo todo apunta a que en realidad con los recortes en “lo público”, lo que en realidad se pretendía era algo muy diverso: se trataba de aplicar a la educación una lógica destructiva del bienestar social.

A estas alturas del siglo XXI, la sociedad cada día reclama con mayor energía una enseñanza de calidad, científica, capaz de dar respuesta a las necesidades de los individuos en particular y de la sociedad en general y la formación adecuada del profesorado de los distintos niveles.

La formación de los educadores es una tarea harto difícil y compleja que no se puede dejar a la improvisación. Deben quedar atrás los tiempos en los que se dedicaban a la educación los que no servían para otra cosa. En una época en que los signos de crisis dentro de la sociedad son alarmantes, también dentro de la educación, el debilitamiento de la atención a los educadores y a la investigación es un indicador elocuente de la pobreza espiritual y moral de los gobiernos al hacer prevalecer los falsos valores especuladores de un capitalismo financiero sobre los valores del capitalismo humanista, de los que prefieren la guerra de la explotación a aquellos otros que buscan el respeto a todo los hombres y buscan los recursos para que así sea.