Cartas al director

El mesianismo político

En la historia de España, el mesianismo político es una constante. Imaginar un ideal en nombre del cual se intenta transformar lo real, plantearse una trascendencia que permita criticar el mundo tal cual es para mejorarlo, seguramente es un rasgo común de toda sociedad, pero eso no basta para dar lugar al mesianismo. Lo que le caracteriza es la forma de adoptar la tendencia al procedimiento de perfeccionamiento. Todos los aspectos de la vida de un pueblo están implicados. No basta con modificar las instituciones, sino que aspira a transformar también a los seres humanos, y para hacerlo no duda en recurrir a la represión de los aspecto más íntimos y a las armas. Lo que distingue el proyecto totalitario es tanto el contenido del ideal que se propone como la estrategia que se elige para imponerlo: control absoluto de la sociedad y eliminación de categorías enteras de la población.

Los gobiernos absolutistas, en virtud de su mesianismo, se han caracterizado por eliminar, incluso culturalmente, todo aquello que se oponía a su proyecto. El mesianismo del franquismo no se ha consumado con la victoria de 1939, sino que ha persistido hasta la implantación de la democracia. En este tiempo no se ha logrado reprimir los valores fundamentales de un pueblo masacrado durante tanto tiempo. A nadie debe sorprender las enormes dificultades para recuperar la normalidad de la democracia.

El proyecto de imponer el bien de la democracia encierra peligros. Son muchos los que se aferran con fuerza a conceptos fundamentales del mesianismo franquista. Todos queremos la libertad, pero no siempre asumimos la responsabilidad que se contrae al vivir en una sociedad plural. Todos queremos ser libres, pero esa libertad está condicionada por la libertad de los otros. El individualismo es necesario en la sociedad liberal, pero no lo es menos el sentido comunitario. Mesianismo... ni siquiera el populista.