Cartas al director

Jordi Puyol y la impunidad de los políticos

Los diversos espectadores de la información que hoy ocupa las primeras páginas acerca del señor pujol es interpretada de diferente manera. el nacionalismo catalán por primera vez se ha roto. para algunos, la posible infracción de la regla atribuida es una deficiencia estructural del sistema. el mismo crea desigualdades entre los individuos; otorga el mayor de los privilegiados: la impunidad. no hay que hacer dema- siadas investigaciones para constatar la desigualdad, y no sólo, la económi- ca, existente en la sociedad española; ésta desigualdad se ha incrementado.

en la actualidad españa es uno de los países más desiguales de la comunidad europea, lo que equivale a decir uno de los países menos democráticos. la acción redistribuidora del estado está siendo sustituida por la de las grandes corporaciones mundiales, los magnates financieros. se privatizan y explotan los servicios cumpliendo el estado y su labor pasa a ser administrativa y recaudatoria. españa se ha convertido en un paraíso fiscal para las élites económicas y políticas de las empresas multinacionales.

llama la atención el que pujol durante tanto tiempo no haya encontrado el mo- mento para legalizar su situación. eso de alguna manera, nos hace cómplices a todos. en su momento los fiscales señores Mena y jiménez Villarejo “destaparon” una posible conducta delictiva relacionada con Banca catalana; el asunto fue archivado y se “vendió” por el catalanismo oficial como una “ofensa a cataluña”. cuando el señor Maragall accedió a la presidencia de la Generali- tat, ante la revuelta de la oposición nacionalismo oficial les colocó “ustedes tienen el problema del 2%” (se refería a lo que tenían que pagar los constructo- res a ciu). Más tarde se demostró que era bastante más. la “presión social” le obligó a corregirse. el impulso ético de la sociedad catalana había sido dobla- do. ¿por cuánto tiempo?

nos queda bastante trecho para alcanzar una democracia ideal. en el mo- delo liberal se confía en el juego de las instituciones y en la labor de los repre- sentantes políticos, y se procura con- tar lo menos posible con los ciudadanos. La experiencia está demostrando que el capital político decisivo son los ciudadanos. La regeneración de la democracia debe tener un principio y una meta la regeneración de la vida cívica de los ciudadanos.