Cartas al director

Pobreza y paro

La información oficial y la publicitada por medios subvencionados nos dice que comenzamos a recorrer un camino que posiblemente nos llevará a la salida de la crisis económica. No consideran importantes las secuencias sociológicas y psicológicas de miles de jóvenes que se han visto obligados a emigrar, a buscar trabajos sin cualificación después de haber terminado estudios universitarios Tampoco es significativo para ellos la situación miles de personas que han visto cercenada su carrera profesional al avocarse a un paro prematuro.

La desigualdad social es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo que conllevan enormes sufrimientos y una posible crisis de civilización. Algún sociólogo ha distinguido, de forma inteligente, tres maneras de desigualdad: la vital, la existencial, y la utilizada en la mayoría de los debates: la desigualdad de recursos. La desigualdad económica es unos de los grandes retos; está considerada como la enfermedad del siglo XXI. En España, desde comienzos de la crisis económica, se confirma una profundización, diversificación y aumento de las desigualdades.

El paro es el principal detonante de esta situación. A pesar de los afeites

De camerino, ostentamos una de las tasas más grandes del paro en Europa. La precariedad laboral explica la presencia de trabajadores pobres. A lo largo de los últimos años se constanta una tendencia según la cual conciernen en mayor medida a los parados, a las mujeres a los que disponen de menos medios educativos/formativos, a los jóvenes a los emigrantes.

La problemática de la pobreza infantil es de extrema gravedad. Uno de cada tres niños en España vive por debajo del umbral de la pobreza y uno de cada diez es pobre severo. Una cifra aproximada a los 840.000 en el año 2012 eran pobre crónicos. Esto se traduce en que seamos el segundo país con más menores pobres dentro de la comunidad europea tan sólo superada por Rumanía.

Esta situación de pobreza y paro tiene causas complejas entre las que hay que señalar políticas inadecuadas. Pero modificando solamente esas medidas de tipo administrativo no podremos remontar la situación. Se necesita un acuerdo de amplias perspectivas con voluntad de obligarnos a una cultura del trabajo y de la convivencia. Quizá la derecha española no pueda exhibir una tradición de ese modelo de pacto.