Cartas al director

Política de bulos

Se ha ido formando en todas partes del mundo, pero con especial aceleración en España, una doble clase mediática. Por un lado, la de quienes deciden acerca de los contenidos de los medios. Por el otro, la de aquellos que protagonizan esos contenidos, entre los cuales hay todo tipo de lectores y espectadores.

Hemos podido ver cambios acelerados en el resultado de tal protagonismo mediático. La creación de lobbies de comunicación, agencias de relaciones públicas e instrumentos de lo más diverso para influir en quienes deciden sobre los contenidos mediáticos, se ha convertido en una profesión cada vez más sofisticada. Esta realidad no hace sino afianzar la constatación de un abrumador aumento de la demanda por influir en los medios, y mostrar al mismo tiempo la perdida de iniciativa de los profesionales de la información

Instancias oficiales declaran que somos objeto de una política de bulos informativos desde el exterior, sin que pueda afirmarse, por el momento, con certeza su origen. No es fácil establecer un control eficiente de los bulos. La manera clásica de  recurrir a la honestidad profesional para garantizar la fiabilidad de la información viene agravada, además, por la crisis económica, que sitúa a no pocos profesionales en una dependencia total de la empresa. 

Sin embargo, no puede perderse la confianza en los medios, ni en las personas que trabajan en los medios. Momentos más difíciles los hemos vivido en la transición en la que figuras tan señeras como Eduardo Álvarez Puga, entre otros, ourensano, abogado y periodista, emigrado a Barcelona, supieron ser honestos y corresponder a las exigencias de una información veraz. Eran momentos de lucha contra la información del lobby oficial. Poco a poco los profesionales pudieron desterrar los bulos de los medios 

Las circunstancias han cambiado, pero el fundamento de la ética de una empresa de información sigue gravitando alrededor de la honestidad profesional de sus trabajadores. Sólo la capacidad de servicio artístico y creativo de los hombres y mujeres de la comunicación al conjunto de ciudadanos, los legitima. Los medios tienen a su alcance “versionar” la realidad y promover aquella concepción enraizada en los intereses de los ciudadanos. La realidad que ofrecen los medios es la que cuenta, es lo que todos damos por hecho que es la realidad.