Cartas al director

El político indiferente

Es una opinión generalizada aquella que piensa que los políticos tienen la misión de resolver problemas, incluso aquellos que no están plenamente contemplado por las leyes. El alejamiento de los políticos de los problemas de los ciudadanos suele producir en éstos, desconfianza. Nada agradecen tanto los ciudadanos, como que los políticos estén abiertos a los problemas que plantea la ciudadanía, que sean sensibles a sus inquietudes.

El político recurre a diversas estrategias para conseguir sus objetivos. En ese proyecto no siempre de ha respetado la materialidad de las leyes. En ocasiones no siempre suficientemente a los cambios sociales. El trabajo del político es cohonestar con inteligencia y fidelidad lo jurídico con las inquietudes sociales y políticas.

Las circunstancias cambian, la historia evoluciona, la fortuna pone obstáculos, pero los caracteres básicos de los humanos son los mismos. El hombre nuevo, ya sea hijos de la revolución o de la prótesis tecnológica, sucumbe por las mismas razones que el hombre antiguo: la lucha por el reconocimiento. El político no pretende descubrir las leyes inexorable de la historia hacia su destino final; el político se propone simplemente introducir la crítica racional de la política, en un mundo saturado de coartadas y señalar el descubrimiento de las normas que hacen de la política un arma eficiente.

El conflicto nunca se elimina del todo, nunca se supera definitivamente, el político se corporiza con él. Sin conflictos no hay sociedad humana. Esa es la primera lección que podemos concluir del estudio de la historia. Nada debe ser indiferente al político, los acontecimiento más nimios tienen su importancia. La voluntad de superación definitiva de los conflictos es un motor de la tiranía. Los conflictos políticos benefician el progreso de la libertad. La política en buena parte consiste en controlar el conflicto, metamorfosearlo, nuevos conflictos, y así sucesivamente. Ante el actual conflicto generado por las pretensiones de algunos catalanes los políticos han de procurar una respuesta satisfactoria para la mayoría de los ciudadanos. La ideología convertida en razón de Estado enturbia el entendimiento y lastra la capacidad de entender la verdad efectiva de las cosas. Y no sirve ni tan siquiera para administrar adecuadamente el uso de la indiferencia ante la opresión y la injusticia.