Cartas al director

La insumisión

Vivimos tiempos convulsos en donde todo parece desmoronarse. Aparecen nuevas formas de dominación de unos pocos hombres sobre otros, otras formas de guerra no menos sangrientas que las anteriores conflagraciones mundiales, sin que los ciudadanos logren articular formas efectivas de resistencia. El espíritu de la Ilustración ha sido desbancado 

Este sentimiento agudizado por la crisis económica, política y social, ha hecho crecer la inseguridad, la desigualdad y el desconcierto, en las personas y .en la sociedad en su conjunto. Asistimos a un laboratorio de violencia, renovado constantemente, en el que no abundan los insumisos que llevaron en otros tiempos a enfrentarse a la barbarie con nuevas actitudes, más vitales y creativas del pacifismo activo y solidario. Quizá tengamos que salir de nuestro individualismo posesivo y aumentar el volumen de los productos del espíritu humano hasta trascender y sobrepasar con creces la capacidad humana de absorción, comprensión, asimilación y dominio.

La capacidad humana de producir, de hacer cosas, de realizar planes, se ha emancipado en los últimos tiempos. Este fenómeno relativamente nuevo, con origen en la imaginación, no se cansa de captar la “verdad” de los acontecimientos, puesto que encuentra aquello para lo cual nuestra percepción empírica tiene los ojos vendados. La incapacidad para asumir responsabilidades es el infantilismo político de nuestro momento.

A pesar de todo también hoy, existen insumisos, diversos pero con rasgos comunes. Adoptan actitudes diferentes, y en ocasiones, sus opciones son incompatibles. Algunos se identifican con una crítica a la religión establecida Ellacuria y sus compañeros asesinados en El Salvador otros, aunque marcados por una tradición religiosa se sitúan en el marco de una espiritualidad laica como  entre otros Mandela.

La afinidad entre el imperio técnico militarista que nos amenaza y los crímenes monstruosos a los que asistimos es evidente. Es esta una opinión extendida cada vez con mayor fuerza. Lo que ha sucedido puede volver a suceder siempre que se den las condiciones sociales para ello. Individuos nunca faltan.

 Es una responsabilidad de todos, erguirse contra la tecnificación de la vida. En nuestro días la tarea moral más importante consiste en hacer que los demás tomen conciencia de la necesidad alarmarse: porque los miedos que nos acosan estan fundados.