Cartas al director

El día diez de mayo 
se celebró el día 
del enfermo.

La enfermedad es para una persona algo que le puede pasar en la vida, es una realidad que está en nuestro día a día, pero que a veces unas personas por suerte no la sufren nunca, y otras pueden pasar parte de su vida enfermos.

Todo enfermo merece ser tratado con respeto, dignidad y admiración, porque afrontar una enfermedad es duro y se tiene que ser muy valiente para poder intentar salir adelante, por todo lo que una enfermedad trae consigo: dolor, cambio en tus hábitos de vida, aislamiento, limitación, incapacidad, incomprensión, ingresos hospitalarios, intervenciones quirúrgicas, poner tu cuerpo y tu vida en manos de profesionales para que intenten mejorar tu salud, someterse a pruebas y tratamientos a veces agresivos para tu propia salud, en definitiva luchar por la salud con tu propia vida.

La sociedad en general creo que esta poco sensibilizada con la enfermedad, pero en mi opinión es que todos tenemos miedo a estar enfermos, cuando vemos a algún conocido, familiar, paciente que sufre una enfermedad pensamos que bueno, de momento no nos ha tocado a nosotros, vamos alargando en el tiempo la posibilidad de estar enfermo, aunque siempre con la duda de que nos puede tocar a en cualquier momento.

Es difícil como personal sanitario ponerse en el lugar del enfermo, pero creo que tampoco no deberíamos, porque sino nuestra profesión sería muy dolorosa y cuando ves que una persona mejora, incluso sana, es una satisfacción para los profesionales sanitarios.

Pero creo que lo mejor que le puede pasar a un enfermo es sentirse querido por las personas más allegadas. Creo que es lo más importante y gratificante porque te da animo y fuerzas para seguir adelante.

Es increíble la capacidad que tiene el ser humano de intentar adaptarse a las circunstancias, todo por la supervivencia, no sabemos lo que podemos soportar hasta que nos ponen a prueba.

Para todos los enfermos que lean esta carta mi admiración por su valentía y su saber afrontar la enfermedad, aunque nos preguntemos por qué nos ha tocado. Un abrazo.