Cartas al director

Algunas cosas se han hecho bien

No siempre la lucidez intelectual camina a la par con la madurez afectiva. Sorprende que los que se presentan como alternativa a la actual forma de gobernar, se descuelguen diciendo “nada han hecho los que hasta ahora han gobernado”. Esa afirmación aunque se consideren como fervorines de novicio no debe quedar sin respuesta. Reconstruir una memoria no tóxica, ni corrosiva, es una tarea de alquimista no siempre bien considerada.

El primer trabajo que debe imponerse todo político es evaluar la herencia recibida. El paso de una dictadura a una democracia aunque ésta sea fruto de una reforma pactada, lleva consigo aceptar herencias envenenadas y tratar de que se acepten aportaciones modernizadoras en lo político, en lo económico y, aunque no se explicite, en lo sociopsicológico.

La necesaria convivencia exige el perdón, aunque no el olvido. Una concepción positiva de la inteligencia política siempre subrayará la importancia de la memoria en cualquier proceso cognitivo, especialmente en aquellos que cuenten con ulteriores desarrollo pragmáticos. Un punto de vista no tan estrecho, tendrá relativa facilidad para poder también apreciar las ventajas de la desmemoria. Pensar siempre es decidir, aunque de tal decisión no tengamos conciencia de voluntad activa. Recorremos caminos comunes, sin necesidad de plateárnoslos y tales proceso no son casi nunca sospechosos.

Cuando el olvido se manifiesta como deber, para poder convivir, adquiere como todo lo que con el deber se relacione, una dimensión distinta: ética. Cada cual olvida para saber de otra manera y olvida para actuar y no siempre de la manera que quisiera, sino como puede.