Cartas al director

La democracia es una doctrina política

La democracia (doctrina política) es un bien social, asimétrico y mal administrado por aquellos políticos que generan, establecen, permiten o albergan ciertos nidos de corrupción en el seno de las instituciones y en sus propios partidos. 

Los altos cargos gubernativos, que emiten o consienten burocracias toxicas con cláusulas clavo, son los que desdoran el respeto y perturban la convivencia social. Las cúpulas y los portavoces de los partidos vierten demagogias (sentido de la equidad no acreditan) desde su posición ventajosa para amedrentar voluntades ajenas y convencer a unos de que los otros son muy malos. 

La democracia-política "es un instrumento que todos los políticos tocan, pero ahuyentan a muchos espectadores del concierto -paganos- que terminan abandonando la sala por no entender la comedia musical". La democracia-política también se puede comparar a una "lonja" financiera (banco de buena vida) en la que todos los políticos -especuladores- compiten por conseguir votos, subvenciones y buenos salarios públicos. La democracia masificó la administración y convirtió la política en un medio de vida, ocioso, a costa de muchos impuestos y del trabajo mal pagado a los obreros. 

Los diputados votan; aprueban decretos y leyes, "trabas y trampas", que bloquean las vías dignificantes del empleo, del trabajo y del salario de los trabajadores. Los que se acomodan en puestos de mando gestionan las instituciones y organismos, como "guaridas" propias, para proteger los vicios inherentes al sistema y mantener los privilegios que apalancan su medre personal. 

Lamentablemente, por más que se pueda combatir, la corrupción política (acción inmoral) siempre presentará alegatos arteros para seguir costeando las cloacas del poder. Los vicios políticos en esta democracia son deplorables.