Cartas al director

Política y 
bien común

Se puede definir la política de muchas maneras; algunas de ellas son: "Es el arte de lo posible", "La satisfacción de las necesidades y aspiraciones de una sociedad", "La mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos", "La priorización de los objetivos señalados como posibles para una buena labor de gobierno" "La realización del bien común a favor de los ciudadanos de una nación", "El gobierno y la intervención en los asuntos de la ordenación jurídica y del orden público que afectan a todos los miembros de una determinada comunidad", etc. La Política es una ciencia, sino que es más bien un arte, el de gobernar a los pueblos y por tanto, algo sujeto a la habilidad y destreza dialéctica del que lo ejerce.

El poder político, en democracia, es la facultad otorgada por el pueblo a algunos ciudadanos para que, en su nombre gobiernen y adopten las decisiones necesarias a fin de que las relaciones entre ellos transcurran en un clima de paz, justicia y desarrollo material, mediante las leyes y disposiciones adecuadas, asegurando el Estado de Derecho. El problema que suscita la detentación de ese poder, es que los políticos difícilmente se sustraen a la tentación de abusar de él en su propio beneficio por encima del bien común. Lord Acton afirmó con conocimiento de causa que, "el Poder corrompe y el Poder absoluto corrompe absolutamente", destacando la dificultad de todo gobernante de evitar el abuso al que se siente inclinado al tomar constantemente decisiones en todos los ámbitos, sin tener en cuenta las opiniones de los demás e incluso engañando con sus promesas a los ciudadanos.

Ahora bien, el Poder político es algo que se puede utilizar para bien o para mal, en beneficio de todos, o en beneficio de unos pocos por encima del bien común.

La mejor definición del bien común que conozco, es la del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, cuando dice: "Por bien común se entiende el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible, a los grupos y a cada uno de sus miembros, el logro de su propia perfección (o satisfacción)". Y sigue diciendo: "El bien común supone: el respeto y la promoción de los derechos fundamentales de la persona, el desarrollo de los bienes espirituales y temporales (o materiales) de la persona y de la sociedad, y la paz y la seguridad de todos". Poco hay que añadir a estas definiciones que clarifican definitivamente el panorama en el que debe desarrollarse la actividad política.

El problema se presenta constantemente en las sociedades democráticas cuando muchos o la mayoría de sus políticos rechazan con sus decisiones el bien común, faltando a la justicia y a la moralidad de las leyes que promulgan e imponen sus criterios partidistas. Pervierten de este modo la que debería ser una noble actividad humana: la política. En este caso, por desgracia generalizado, la Sociedad debe exigir esa moralidad y esa justicia, exigiendo los debidos controles.