Cartas al director

Elecciones generales 28-A

Estamos a las puertas de unas nuevas elecciones generales (28A). Soportaremos mítines de amplio espectro cromático, con propuestas variopintas —todas ellas de corte electoralista, como siempre—, y leeremos las encuestas que, aunque son aproximaciones a los resultados definitivos, suelen ajustarse, razonablemente, a la realidad. Aunque no siempre, ciertamente.

De un tiempo a esta parte, para asombro y desconcierto de la ciudadanía, vemos cómo las ideologías se han ido desnaturalizando, adaptándose miméticamente a cada situación y circunstancia. Así vemos como algunos políticos oportunistas, a la vez que adoptan una personalidad poliédrica —facetas desconcertantes—, poseen un muy surtido "fondo de armario" que les permite "cambiar de chaqueta" con asombrosa facilidad. Por ello, cuando prevalece el interés particular —incluso el interés partidista—, frente al interés general, la estructura social se resiente y se colapsa. Asimismo, cada vez se hacen más evidentes las discrepancias internas en los partidos —marrulleras luchas intestinas—, en los que cada cual exige su cuota de poder.

Así, ante esta preocupante situación, nos preguntamos: ¿cómo pretenden los jefes de filas —candidatos in pectore— gobernar nuestro suelo patrio, si son incapaces de poner orden en sus propias formaciones?