Cartas al director

La fotografía de Vari Caramés

 “El arte es útil porque nos saca de aquí”, apostilló Pessoa. Como una canción. Con esa capacidad ilimitada de evocar y trascender. Vari Caramés nos explica sus motivaciones. Pero no quiere frenar nuestra imaginación. “El espectador debe rematar la faena, hay que sugerir más que evidenciar”. La máxima simplicidad es la mayor manera de distinguirse. 

“Hacer fotos es estar en trance, sudo, estoy en tensión, concentrado”. Lo cotidiano no se desecha. “No solo son exóticos los dromedarios, pirámides o palmeras. Puede estar más cerca. Nunca me fascinó el presente, tenemos que crear la frontera entre el pasado y el futuro”.

“Soy miope. Llevo gafas y hago fotos con un punto de desenfoque clavado. He sacado mucho partido a los defectos. Y lo haré hasta que me muera. Siempre me gustaban las defectuosas”. Y recuerda a Benedetti. “La perfección es una pulida colección de errores”. Como Edison.

“No me considero un artista. Hay que darle un toque personal como a la tortilla. Lo hago con honestidad, no con falsa modestia. Soy un fotógrafo atípico, nunca fui demasiado académico. Nunca me agobió que fuesen perfectas”. Cuando se incorporó, el sector profesional estaba demasiado copado. Entonces, creyó en él. “Aposté por mi camino entre la bruma. Mi padre decía que yo era impráctico. Mi fórmula es intención, atención y un poquito de ternura. Todos tenemos algo, un duende que nos hace diferentes. Soy curioso. Ese es mi don”.

“Me consideraré hasta la muerte un aficionado. La palabra amateur me encanta. El término profesional me dio siempre miedo. La fotografía me la tomé como una pasión lúdica. Una de mis series es Recreo, dedicada a la infancia”. Toboganes y coches de choque. Y mucho color. “Un mundo mágico, de recuerdos, de juegos… No hay que dejar nunca de ser un niño.”

Las fotos no salen a la primera.“Ter sorte da moito traballo” decía su padre “que no era parvo”. “Al azar hay que hacerle cosquillas”.