Cartas al director

En el cabo de año de Finita

Así se llamaba, Finita Leiro Mosquera, un cuerpo con tres almas, tres fidelidades, tres amores:

Su familia, de la que nunca se sintió desvinculada muy especialmente de su hermana Generosita,  sus hijas y familia.

La Congregación de RR. Carmelitas Vedruna y  sus carismas.

Los sacerdotes, con su alma doblemente sacerdotal porque en su interior sentía y valoraba el sacerdocio laical que la había consagrado sacerdotisa en el bautismo, porque en su casa hubo  sacerdotes que ejercieron su sacerdocio con ejemplaridad  añadiéndose a ello el don que el señor regaló a su familia de un hermano todavía ejemplar ministro del Señor y finalmente porque con ilusión, exquisito esmero, delicadeza y amor atendió durante muchos años a los sacerdotes de la casa sacerdotal que quizás no supimos nunca agradecerle.  

Con la presteza con la que la Virgen María fue a visitar a su parienta Isabel cuando ésta la necesitó así corría por los pasillos con la bandeja de comida en su mano caritativa para llevársela a los sacerdotes enfermos   o movía el carrito de servicio en el comedor con diligencia y cariñosa actitud de servicio incluso cuando ya los residentes observábamos la flaqueza de su andar.

Estos tres amores  recibían su impulso diario en la oración, sobre todo eucarística y en la fidelidad y presencia del  Señor que la poseía y del que estaba enamorada, que era su ADN y sin el cual ella  no se entendería a sí misma. Estos amores, lejos de estorbarle, eran  la manifestación exterior del amor que la llenaba, eran como chorros de agua cristalina que brotaban del manantial de amor inagotable que el Señor había hecho nacer en su alma.

Gracias, Señor, porque nos has regalado la amistad de este ser, mujer y ángel, su  compañía enriquecedora y la convivencia aunque demasiado poca para lo que hubiera sido nuestro enriquecimiento humano y espiritual  de haber sido mayor.