Cartas al director

La actitud del papa y la pasividad de la ONU y la OTAN

El papa Francisco, en la ya habitual rueda de prensa de regreso de sus viajes a bordo del avión que lo llevaba a Roma, refiriéndose a las agresiones del Estado Islámico contra las minorías cristianas en Iraq y las bombas estadounidenses, ha afirmado que "en estos casos, en los que hay una agresión injusta, solo puedo decir que es lícito ‘detener’ al agresor injusto. Subrayo el verbo ‘detener’, no digo bombardear, hacer la guerra, sino detenerlo”. Pero, ha advertido que “una sola nación no puede juzgar cómo se detiene a un agresor injusto”. Por eso ha recordado el papel de las Naciones Unidas que es allí donde se debe discutir y preguntarse si hay un agresor injusto y cómo detenerlo. Sobre las minorías que están sufriendo esta situación ha precisado que “no son todos cristianos, aunque sí todos son iguales frente a Dios”.

Además, el papa ha afirmado que “estoy dispuesto a ir a Iraq”. Tras el comunicado enviado a las nunciaturas, su carta al secretario general de la ONU y la decisión de mandar un enviado personal, el cardenal Filoni, “dijimos que, si era necesario después del viaje a Corea, podía ir allí; era una de las posibilidades. ¡Estoy dispuesto! En este momento no es lo mejor, pero estoy dispuesto a ello”.

Contrasta esta actitud con la de los representantes de la ONU, de la OTAN y de otros organismos internacionales.