Cartas al director

Carnaval que se fue

Días de olvidarse de uno mismo, de arrinconar la rutina, de descuidar clichés, de omitir ideas preconcebidas, de postergar formas de actuar, de dejar de lado formas de sentir, días de soñar, de fantasear en una palabra. Días donde lo socialmente correcto, lo socialmente admitido deja paso a lo improvisado, a lo espontaneo, a lo intuitivo, a lo criticable, pero admitido en momentos y lapsus como los que vivimos estas fechas de calendario. Cada cual, desafiando bien a su valentía o a su cobardía, para manifestar todo aquello que a diario, que lo cotidiano le impide, le disuade, le imposibilita. Así, cada individuo de este colectivo que forma la ciudadanía, en su conjunto, expresa y manifiesta de forma libre, de forma emancipada sus distintas ansiedades , sus diversos ajustes que se ve obligado a esconder en su vida cotidiana.

En cada época, en cada momento, en cada situación, la idiosincrasia humana impone una serie de conceptos, de valores, de elementos que coartan la libertad individual en aras del “ respeto social”, en aras del “ civismos más recalcitrante”, en aras del interés social llevado al extremo, lo que implica , que a lo largo del tiempo, el ser individual, el componente individualista de ese conglomerado social denominado sociedad, necesite vías de escape ante tanta normativa y preceptos impuestos, ya sean reglamentariamente o bien socialmente ,siendo sin dudas estos últimos los más peligrosos y absurdos.

En determinados momentos, fechas como las que hemos disfrutado estos días, significaron desafíos al recorte de libertades, a la opresión desde el poder, en otros, en reivindicación de nuevos valores, de nuevas ideas, nuevos conceptos, de nuevas actitudes, en el fondo de todas ellas, la manifestación y reivindicación de la individualidad, de la singularidad y respeto del individuo sobre el colectivo.

Estas fechas tocan a su fin; cada uno de nosotros las hemos disfrutado según nuestro sabio y preceptivo saber y entender, unos más disolutos, más libertinos, más desenfrenados, otros tan solo ponderados, recatados, moderados,etc… pero todos, de forma distinta y desigual a lo cotidiano. Bienvenidas y celebradas sean siempre fechas como las vividas, fechas que nos permiten romper la rutina, la inercia y lo repetitivo, los hábitos corrientes, la regla diaria del convivir, fechas que nos permiten en definitiva, extraer esa sonrisa soberana tan amargamente condenada en la sociedad actual, tan condenable por el concepto de falsa responsabilidad dominante.