Cartas al director

El fútbol, narcótico de una sociedad, de un país

"Comienza a rodar el balón, comienza el mayor espectáculo del mundo, conexiones en directo, 14 horas diarias de fútbol, la felicidad de un país depende de ello, la ilusión, los sueños, vamos, apoyemos, peguémonos a la tv (caja tonta también denominada, y por cierto, acuda a su centro comercial a adquirir la de mayor tamaño”, patrocina, etc, etc, etc.

Pues bien, esto que parece un cuento, una fantasía, una historia inventada , algo que no puede ni debe ser real… es lo que nos toca, para algunos (los raros, las excepciones, los extravagantes, el curioso, el insólito, aplíquese el calificativo que se estime oportuno), como es mi caso, padecer, sufrir a diario, a cada instante, a cada minuto, ya sea por la calle, en un bar, en el lugar de trabajo, o sencillamente sentado en un sofá, en tu sofá; en tu, en principio, inviolable hogar, si se te pasa por la mente, darle al on, ya sea del aparato de tv o de un aparato de radio, estás perdido, estás derrotado.

En un país, en que por sencillamente dar unos meros datos, a fecha de hoy, el Estado se ha visto obligado a realizar un préstamo a la Seguridad Social para pagar la paga extra de los jubilados y evitar así, acabar de fundir lo exiguo y ridículo que queda de la denominada Caja de Pensiones; en un país donde el Gobierno saliente, esto es, el del excelentísimo y para muchos “lumbrera” Sr. Mariano Rajoy ha dilapidado el 90 por ciento del fondo de las pensiones (“España ha salido de la crisis”, palabras textuales del ínclito personaje); en un país, donde existe el doble de empleo precario (por no aplicar el calificativo de “esclavo”), que en todo Europa, ocupando el tercer puesto en dicho empleo (hm... casi somos campeones de nuevo, el consuelo que nos queda). Un país en donde se establece el paraíso de la desigualdad social como en ningún otro; un país donde la corrupción forma parte de nuestra vida cotidiana, siendo ya aceptada por una amplia mayoría como algo “normal”, lo que supone el tránsito de un camino sin retorno, hacia el fracaso como sociedad, y ocupando nada más y nada menos que el puesto número 42 en el ranking de países más corruptos del mundo, situándonos incluso por debajo de países como Butan o Botsuana, (sí, a saber donde están, y eso es lo más grave). Un país, donde Amnistía Internacional,  continuamente nos indica que no se respeta la libertad de expresión (entre otros muchos derechos), así como se restringen  derechos como si de una dictadura se tratase. Un país donde no existe la separación de poderes, que es el eje fundamental para que una democracia perviva como tal, y no como una pantomima. Un país donde existen instituciones obsoletas, de siglos ya pasados, propios de otra época, de otras sociedades, y me refiero a una Monarquía esperpéntica, caduca (y si a esto sumamos el “nombrecito de monarquía parlamentaria”, ya tenemos el guión de una película de comedia por no calificarla de dislate o disparate, en fin que podríamos seguir y seguir nivel de desempleo, emigración, falta de infraestructuras industriales, sectores básicos como pesca, astilleros, agricultura, desmantelados, etc, etc.

E, increíblemente, esta sociedad, este país, canta, sonríe, por algo a que denominan Gol, llora por lo llamado Gol, escucha, oye, mira, ve, sin distracciones, sin parpadear, este deporte que nos imponen una emisora si, otra también, una cadena si, otra también, a diario, cada minuto, cada segundo… como si los sueños, la ilusiones, las metas de cada individuo, su futuro, únicamente dependiese, tuviese su razón de ser  por el hecho de que un personaje multimillonario denominado “jugador de fútbol” introduzca un balón, una pelota, un esférico, dentro de una red.

País narcotizado, sedado, dormido, aletargado, país,sociedad, de pandereta.