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"Asesinato en el Orient Express"

Olivia Colman, left, and Judi Dench star in Twentieth Century Fox’s “Murder on the Orient Express.”
photo_camera Un fotograma de la película.

Un conservador, efectista y exquisito festín para los sentidos

Johnny Depp, Judi Dench, Michelle Pfeiffer, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Daisy Ridley o Josh Gad son algunos de los mediáticos pasajeros de la nueva versión de Asesinato en el Orient Express, la mítica novela de Agatha Christie, que llegó este fin de semana a los cines españoles.Kenneth Branagh es la locomotara de esta adaptación en la que propone un vistoso despliegue técnico disfrazado de cine de antaño. Un lujoso envoltorio para una narración que, en sus aromas y estructuras, busca desesperadamente no salirse del carril, de la etiqueta de cine clásico que demanda el tótem literario de Christie. Una aparente paradoja, esa posible tensión entre tecnología y tradición, que el cineasta británico consigue esquivar gracias a su enorme oficio. 

Un Branagh que, para su mayor gloria, se reserva además una memorable encarnación del legendario detective belga Hercule Poirot sobre el que gira un filme meticulosamente ejecutado que, si bien pierde algo de fuerza en su traqueteo durante varios pasajes de su intriga, sí es constante en la propuesta de otro tipo de placeres. “Asesinato en el Orient Express” es un incansable desfile de bellos paisajes, refinados lujos, delicados trajes, tocados de fantasía, elaborados platos... cuenta incluso con un soberbio catálogo de variopintos bigotes que lidera, cómo no, el inverosímil mostacho imperial del propio Poirot. A él dedica Branagh, sin disimulo, algunos de sus mejores planos. Y es que, sabedora de que la trama y el culpable son públicos y notorios, Asesinato en el Orient Express sacrifica la tensión en beneficio del estilo para convertirse, en última instancia, en un conservador, efectista y exquisito festín para los sentidos.

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