Opinión

A empellones

La escena de Mr. Trump empujando con malos modos al primer ministro de Montenegro para abrirse paso y ponerse de primero en la foto de la cumbre de la OTAN es más que reveladora. Este hombre lo hace todo así, a empellones, como el típico abusón de clase del bachillerato. La palabra empellón no suena bien, pero hasta eso le casa al personaje a la perfección. 

Según la RAE empellón es un "empujón recio que se da con el cuerpo para sacar de su lugar o asiento a alguien o algo". La definición le viene a Mr. Trump como anillo al pelo, a ese pelo naranja que tiene. Y es que él es un poco como Mr. Bean pero en bruto. Mr. Trump resultaría tan cómico como el actor inglés si no fuera porque él es el presidente de los Estados Unidos y sus chistes son más propios de un actor zafio repetitivo e ignorante del Club de la Comedia que del presidente de la nación más poderosa del mundo. Para colmo sus chistes nos afectan a todos en algo.

Mr. Bean, perdón quise decir Mr. Trump, podría regalarnos todos los días sketchs televisivos inolvidables si no fuera porque sus sketchs tienen la misma estúpida gracia que un resbalón en una monda de plátano, o sea ninguna. 

Y como ejemplos el interminable apretón de manos, porque eso no fue un saludo sino solo un apretón de manos o un pulso, con el primer ministro francés Macron, pulso que por cierto ganó Macron; la mirada hacia otro lado que le dedicó a Ángela Merkel a la que ella replicó con el típico encogimiento de hombros y enarcamiento de cejas hacia la prensa que hubiéramos empleado todos; o el increíble talento que demostró el otro día para casi sacar de sus casillas vaticanas al paciente papa Francisco (tampoco aquí consiguió Mr. Trump sus objetivos). Eso por no citar los indisimulados intentos de hacer manitas en público con su señora que acabaron en sendos manotazos por parte de Melania, tanto en Israel como en Roma.

El mundo es ya una pura película, o mejor una serie de televisión por capítulos y con risas enlatadas que hoy vuelven a estar tan de moda. Mr. Trump es en realidad Mr. Bean; Nicolás Maduro es Cantinflas; Ángela Merkel a mi me recuerda a Benny Hill ¿a ustedes no?; Kim Jong-un es claramente Danny DeVito pero en malo; Putin, un extraño e inesperado Jerry Lewis repleto de anabolizantes hasta la coronilla; Puigdemont es Louis de Funes con más pelo, y Mariano Rajoy es ¿cómo no? el gran Peter Sellers.

Pero el mejor en este elenco de maestros del humor es Mr. Bean, perdón quise decir Mr. Trump, cuyos desternillantes números incluyen siempre empellones, apretones, manotazos y miradas hacia otro lado. Yo creo que el día menos pensado Mr. Trump se va a resbalar en una monda de plátano como Rompetechos... aquel entrañable personaje de los tebeos de nuestra infancia.

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