Opinión

Agustín Leiro Mosquera (o cura do peche)

El árbol del amor, Cercis siliquastrum, es llamado popularmente "corona de Cristo" por la estructura circular entrelazada de este arbusto espinoso. También se le conoce como "árbol de Judas", denominación que recibe porque según la tradición, cuando Judas Iscariote se ahorcó en uno de estos árboles, cuenta la leyenda que se le cayeron las hojas en forma de lágrimas, que significaron la comprensión y el perdón. Agustín Leiro Mosquera es el cura mas paciente y bondadoso de todos los que he conocido; creo que si fuera árbol reaccionaria igual que el Cercis siliquastrum de Padrón, y de seguro que con su "corona de Cristo" no tendría ningún reparo en perdonar a todos aquellos que necesitasen ese amor que dicen emite el "árbol de Judas".

De carácter bonachón, Agustín es hombre de pocas palabras, habla muy despacio y bajito, nunca interrumpe las frases de los demás, pero aunque se dice que los místicos son personas de grandes cualidades y capacidad para recibir la comunicación de Dios, Agustín no es un místico ni mucho menos, el es un cura llano, sin mensajes misteriosos, pastor de gentes amables y de costumbres cordiales, basadas en una relación sincera y cercana con sus feligreses de Laias y Barbantes. 

Yo a Agustín Leiro Mosquera le conocí hace muchos años. Los dos formábamos parte de una comisión de turismo en la Cámara de Comercio. Fue una buena experiencia, porque además de conocer a un grupo de entusiastas ourensanos , a mí al menos me sirvió para entender cómo en las comisiones se puede perder el tiempo en frecuentes y extensas reuniones de ocho a diez de la noche, en una eterna tormenta de ideas para que al final un nuevo “patronato” de turismo iniciase de nuevo una tarea, ninguneando y desperdiciando en parte el trabajo y esfuerzo anterior: exposición itinerante y primera guía de Ourense. Eran tiempos en los que imperaba la metáfora: Eu tamén quero o meu tractor.

Recuerdo con admiración y cariño la desilusión de todos los compañeros, pero a mí personalmente me impactó la paciencia y el talante de Agustín Leiro Mosquera, que como representante del Obispado siempre lucho con clarísimos argumentos por respetar el patrimonio artístico del que era activo defensor. Agustín Leiro Mosquera (como buen cura) es muy austero, gran lector y formidable conversador, durante muchísimos años su hobby fue una partida (semanal) de dominó en la Mineira. Allí, con Pepe y después con su hijo Pepiño, Paco Saco, Villamarín, Cándido Pérez, etc. se celebraban unas memorables partidas en las que Agustín hacia gala de su particularísima forma de jugar: cerrar de forma imprudente y temeraria sin tener muy en cuenta si el numero de tantos podría beneficiar o perjudicar el resultado de su irrefrenable deseo de cierre. Pero lo verdaderamente anecdótico es la frase que Agustín Leiro Mosquera pronunciaba en el momento de anunciar su peche: "¡Viva Sansón y todos los filisteos!", haciendo referencia a cuando Sansón abrazo las columnas del templo para morir con ellos. A mí, Agustín me recuerda al enrollado padre Salvador, de la película, "Que baje Dios y lo vea", donde desde el monasterio de San Teodosio, consigue ganar la "Champions Clerum"de fútbol de la cristiandad, venciendo en los penaltis al mismísimo equipo del Vaticano. Hace mucho tiempo que no veo a Agustín, pero me prometo a mí mismo ir a visitarlo a su Barbantes del alma, tomar un vino en cunca de barro blanco y, sobre todo, disfrutar de su enriquecedora conversación, recordando viejos tiempos de la entrañable amistad de Agustín Leiro Mosquera: "o cura do peche!"

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