Opinión

ALARMA E INDIGNIDAD

La derogación hace un mes por parte del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo de la conocida como 'doctrina Parot' y la consiguiente suelta durante estas semanas de terroristas de ETA, violadores y asesinos en serie ha provocado y sigue provocando una profunda indignación, no solamente entre las víctimas directas de los crímenes cometidos por esos individuos, sino entre los ciudadanos en general. Para muchos de éstos resultan incomprensibles las prisas con las que algunos jueces de la Audiencia Nacional o de las diferentes audiencias provinciales donde se juzgaron en su día esos casos han decidido aplicar el fallo de Estrasburgo.


Aunque ver a sanguinarios terroristas de ETA, con muchos crímenes a sus espaldas, salir de la cárcel y en algunos casos ser recibidos en sus localidades vascas de origen con cohetes, antorchas y aplausos es muy doloroso desde el punto de vista moral, lo que está produciendo auténtica alarma social y por lo tanto miedo en la sociedad, es la suelta de violadores y asesinos en serie que además, según indican los informes médicos y psicológicos correspondientes, no están del todo rehabilitados.


Quiera Dios que no suceda, pero si alguno de estos individuos vuelve a violar, a secuestrar y a matar a alguna chica o niña como fueron los casos de Anabel Segura, Olga Sangrador u otras víctimas menos conocidas mediáticamente, a ver qué dicen en ese caso a sus padres las autoridades judiciales o políticas correspondientes. No es comprensible que eso que se llama de forma un tanto pomposa Estado de Derecho no tenga los mecanismos y resortes suficientes para impedir situaciones de alarma y miedo como las que pueden estar pasando en estos días los padres que viven en las localidades donde esos violadores se van a instalar tras salir de la cárcel y tienen hijas adolescentes.


Lo del recibimiento a algunos de los etarras que han quedado en libertad con cohetes, antorchas, aplausos e incluso en algún caso repicar de campanas, hiere profundamente la dignidad de las víctimas del terrorismo. Uno de los que así han sido recibidos ha sido el etarra Javi de Usansolo, que entre sus 'hazañas' cuenta el haber formado parte del comando terrorista que en noviembre de 1991 asesinó a un niño de dos años, Fabio Moreno, al explotar la bomba que habían colocado en los bajos del coche de su padre, que era guardia civil. ¿Qué habrán sentido los padres de Fabio al ver las imágenes de ese recibimiento a uno de los asesinos de su hijo? El padre, Antonio Moreno, ha declarado, en referencia a la actitud del actual Gobierno, que 'nunca pensé que fueran tan falsos. Te sientes engañado'. No hace falta añadir nada más, aunque sí hacer mucho más para evitar esta indignidad.

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