Parece ser que somos pocas las personas que hemos tenido en nuestro entorno cercano una víctima de bulling o acoso escolar, ya que, si bien llega a nuestras manos información de este tema, la verdad es que se ve o al menos eso parece, una escasa reacción por parte de las familias, frente a esta situación.
No quiero ni mucho menos dar lecciones de qué es el acoso, cómo afecta a la víctima, ni mucho menos las consecuencias tanto para ellos como para sus familias. Tampoco dar la solución para erradicar este problema, ya que lamentablemente no existe. Pero sí quisiera que pensemos un momento en que sí se puede frenar esta situación, dicho además por profesionales que lo afirman. Precisamente esto no lo pueden hacer los protagonistas de esta intimidación. Se trata de que todos los demás, todos aquellos que miramos y callamos, dejemos esta postura cómoda. Cómoda porque no nos afecta.
Inculquemos unos valores, donde cuando se vea una situación como ésta, vayamos con la víctima, que no está sólo o sola. que no se aceptan, ni admitan conductas como éstas, las propiciadas por el agresor. Sin discutir, sin pelear, solo estando ahí, el compañerismo es esto, y por supuesto comunicar inmediatamente a un profesor, al entrenador o adulto que deba estar al tanto de lo que está ocurriendo. Así como inculcamos a nuestros hijos, que no acepten nada de extraños, esto también debe ser enseñado desde muy pequeños.
