ENTROIDO OURENSANO 2018

Amorín, vistiendo el Entroido ourensano desde hace 32 años

Ourense. 05/02/18. Entrevista a Conchita Amorín.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Conchita Amorín posa rodeada de algunos de los vestidos que confecciona en su negocio de galerías Proyflem.

Conchita Amorín contaba con 3.800 disfraces en su tienda para estos carnavales, sus últimos al frente de la nave. Se jubila, y prepara el traspaso: "Queremos dejarlo en buenas manos".

El conglomerado de tiendas que Fantasías Amorín tiene en galerías Proyflem es todo un referente del Entroido ourensano. En sus locales se han confeccionado miles de disfraces a lo largo de más de 30 años y Conchita Amorín, su dueña, ha sido -es, a la espera de que se haga realidad el traspaso- el alma máter del establecimiento.

Nacida en Portugal -aunque ourensana de adopción desde hace más de 50 años-, empezó a coser "de muy pequeñita, con ocho años; mi madrina, su madre y su abuela eran las mejores modistas de la localidad y de ellas aprendí el oficio", explica con una sonrisa de oreja a oreja que no le abandonará ya en toda la entrevista.

Esos primeros pasos la trajeron a Ourense "con 15 años". A los 20 se casaría y se iría a vivir a San Francisco, donde se hizo con "una tiendecita en Pena Corneira, donde confeccionaba vestidos a medida". Eran los primeros pasos de un apellido que iría ganando protagonismo en el mundo de la confección local con el paso del tiempo.

Tras cinco años con esta primera boutique, llegaría el gran salto. "Acababan prácticamente de inaugurar las galerías Proyflem y me decidí a venir al centro, porque la gente me animó". Fue al llegar a esta nueva ubicación, "hará unos 32 años, cuando empecé con el taller de confección de disfraces".

Recuerda que "empecé confeccionando unos pocos disfraces de niños, los puse en el escaparate y ese mismo día los vendí todos; así que me dije, 'esto sí que es negocio". Y lo fue, un negocio creciente que no ha parado de aumentar. Muestra de ello es que el pequeño local que ocupó en sus inicios Fantasías Amorín -"allí, al fondo de las galerías", indica Conchita-, ha pasado a ocupar toda una planta, entre los locales donde se ofrecen decenas de trajes de fantasía y el taller de arreglos. Y, en cuanto a la plantilla, los cinco trabajadores iniciales han pasado a ser 12.

"De año en año iba aumentando el número de encargos, era un no parar y en las campañas siempre contratas a más gente", explica Conchita. Según subraya "confeccionamos todo el año, para tenerlo listo para estas fechas". Este año contaban con "3.800 disfraces en la tienda".

Pero su trabajo no se limita a los vestidos propios del Entroido, "también realizamos trajes para otros eventos, como son la Festa da Istoria en Ribadavia, la del Esquecemento en Xinzo de Limia o la de Baiona, que también es de época y en la que la gente se viste al estilo medieval.

Y en los últimos años ha aparecido otro campo "que cada vez crece más, es el de las bodas camperas, en las que la gente se disfraza de época, estilo años 30 o incluso, como me ocurrió con una hace tres años, de romanos; es algo que está muy de moda, el año pasado tuvimos como unas cuatro bodas de este tipo", explica Amorín.

Ahora está en proceso de "traspaso del local, pero queremos hacerlo a personas expertas y a quienes les guste este trabajo; queremos dejarlo en buenas manos". Cuando se le pregunta a qué se dedicará con la jubilación, señala que "a viajar, visitar a los nietos y tengo algunas otras cosas en cartera".

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