Opinión

Anfitriones e invitados

Como cada año, todo estaba a punto en Nogueira para la celebración de San Vitorio. Primero en la Iglesia románica con su hermoso retablo digno de contemplarse. Belleza y significado  aunado a las voces de una coral plena de sensibilidad musical. Tampoco faltaron a la salida del templo los sones alegres y rítmicos de una pequeña gran orquesta que alguien aprovechó para, con unos salerosos pasos de baile, demostrar que se hallaba en forma. 

Así que una vez cumplidos los ritos religiosos y sociales y abierta la puerta festiva al pueblo, se hizo una parada en la casa de Antonio González y Virginia Vallejo, con sus hijos Rut y Alejandro, que servían a los invitados allí reunidos unos sabrosísimos y abundantes aperitivos ante los que era imposible guardar ayuno. Seguidamente en la casa de Paco González, Carmen Fernández y su hijo Carlos, esperaban mesas y viandas, generosa gastronomía bien servida y bien regada como acostumbra a ofrecer la generosidad de esta familia. Junto a ella, su hermano José Luis Fernández, y siempre atentos, Lourdes Santórum y Luis Rodríguez, con sus hijos y nieta, matrimonio Jesús Lázare, Gloria Rodríguez y Marta, respectivamente. Tarde magnifica en la que pusieron su buen humor la familia Cuña Ramos, Marisa y sus hijos, Luis y Fernando. También el matrimonio José Luis Fariñas y Mary García, Diego García, José Julio… Imposible recordar todos los nombres de los presentes. Pedro, Almudena, el pequeño Mario; Tita, Isaac, Loli, Manolo, Jesús, Manola, Beni, Toño, Sara, Miguel… 

Fiesta auténticamente ourensana en un ambiente cordial y participativo. Los que se conocían y los que no, dialogaban entre ellos como amigos de toda la vida. Todo cobraba protagonismo, tierra, lluvia, sequía, cosechas, fauna, flora, tareas domésticas, pero sobre todo se comentaba con unanimidad absoluta lo buena que estaba la colación, desde los entrantes a los postres. Había destacados expertos y profesionales en astrofísica, medicina, deportes, religión, música, y un largo etc. en todos los campos, dando juego a toda clase de conversaciones y curiosidades. El sol doraba las horas. Suavizaba el calor la rica arboleda que se extendía por doquier anunciando el final del verano, que no la fiesta. Porque al día siguiente hubo otra estupenda celebración. Bonitos días de amistad para no olvidar, mis queridos amigos lectores.

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