Opinión

Arango: Lo que de verdad importa

 

Con los años, trato de evitar todo lo que me pueda alterar, incluso las películas violentas, cuyos protagonistas son gente sin escrúpulos, en las que el tema suele abordar el lado más oscuro del ser humano. Quizá me he vuelto más selectiva, o más ñoña, puede ser, lo cierto es que ahora busco películas de las que cuando salgo de la sala lo hago con una sonrisa, contenta y feliz. Un estado de ánimo que me permita enfrentarme a los problemas cotidianos con optimismo.

Supongo que es lo que le ocurre a la mayoría de la gente, por eso cuando el otro día me metí en el cine atraída por el título de la última del productor Paco Arango titulada "Lo que de verdad importa", sabía de antemano que me iba a gustar, como todo lo que él hace, teniendo en cuenta que lleva años, diez creo recordar, ayudando a miles de niños enfermos de cáncer.

No exagero si digo que "Lo que de verdad importa" es una gran película, en la que la enfermedad se trata con delicadeza y optimismo, casi de forma tangencial para que el público no se sienta incómodo en sus butacas, y en la que la palabra maldita ha sido sustituida por "regaliz", con el fin de que no traumatice a los más pequeños y el público pueda centrar la atención en otros aspectos más positivos de la película: lo guapo que es el actor principal Oliver Jackson Cohen o la actriz Camila Luddington, lo verde que es el paisaje, lo tranquila que es la vida en Nueva Escocia, un pueblo pequeño de Canadá. Un chute de esperanza, de la que tan necesitados estamos.

De que tenga éxito o no el filme dependerá la salud y el futuro de muchos niños, algunos de los cuáles están gravemente enfermos, ya que el 100% de lo que se recaude irá a parar a los campamentos internacionales que fundó el actor Paul Newman y con los que colabora habitualmente la Fundación Aladina que preside Arango, quién ha hecho posible que muchos hospitales españoles hayan logrado mejorar sus servicios de oncología infantil. Así, por ejemplo, con la recaudación que obtuvo con su primera película "Maktub" construyó un centro de transplantes de médula ósea para niños. Lo que demuestra hasta qué punto es importante su implicación en facilitar la vida de todos aquellos niños y adolescentes que padecen cáncer, pues como bien le gusta decir: "la planta de oncología es un lugar alegre, lleno de vida".

Un ambiente que se consigue gracias a la labor que llevan a cabo los médicos, los cirujanos, las enfermeras, y por supuesto los padres, pero también con personas que pudiendo vivir a cuerpo de rey como Paco Arango, dedica todo su tiempo y su dinero a paliar las necesidades de quienes más lo necesitan.

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