política

Belén Iglesias, al filo del precipicio

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photo_camera La edil de Cultura, Belén Iglesias.

Escasa cintura política, problemas con los técnicos, encontronazos con los actores culturales de la ciudad y una relación con el alcalde cada vez más deteriorada dejan a la concejala de Cultura en una  delicadísima posición. 

La historia de Belén Iglesias con Cultura nunca fue de amor. La concejalía le llegó de rebote, tras la renuncia de Francisco González 42 días después de tomar posesión, y a partir de ahí el camino se le empezó a embarrar. La sensación de ser un cuerpo extraño en el ecosistema cultural ourensano no ha dejado de irse perfilando según avanza una legislatura en la que ha combinado estas responsabilidades con Educación –la que ambicionaba tras ocho años en la oposición, y con la que inició el mandato– y en la que también ha trabajado en Participación Ciudadana –hasta la entrada de Carlos Campos– y, fugazmente, Comercio. Ahí, plaza complicada –plazas de abastos y veladores–, duró apenas seis meses. En Cultura lleva casi tres años, pero su situación nunca ha sido tan delicada como la de ahora mismo. Iglesias vive sus peores momentos políticos. Arrinconada en el propio grupo de gobierno, sin apoyos ni internos ni externos y con una deterioradísima relación con el propio alcalde,  la popular se encuentra al filo del precipicio. Convertida en blanco predilecto de la oposición –junto a Sofía Godoy–, hoy se debate en el pleno una moción de Ourense en Común solicitando su dimisión por su gestión en la actual crisis que vive el festival de cine de la ciudad. 


OUFF


La relación de Belén Iglesias con el OUFF, que ha terminado siendo la mecha de esta durísima crisis que atraviesa la popular, sirve como paradigma de su gestión. Con Fran Gayo y su equipo al frente de la nave del festival en los dos últimos años, los encontronazos con la concejala fueron trazando una peligrosa tendencia al alza. El equipo se encontró con una interlocutora que parecía más preocupada por las invitaciones a la gala de inauguración que por las películas a concurso. La historia, como era predecible, ha acabado mal entre Iglesias y Gayo, que ha terminado tratando, directamente, con el alcalde. Directamente fuera de las negociaciones en las que se intentaba salvar la continuidad del equipo del asturiano para la edición de este año del festival, la concejala quiso marcar territorio y aceleró el proceso de sacar a concurso la gestión del festival de cine mientras Jesús Vázquez estaba en China. Este, a la vuelta de su viaje, frenó el proceso y desacreditó directamente a su concejala de Cultura. No era el primer encontronazo entre ambos, pero sí el más grave. Todavía no se han medido los daños. 


Sin apoyos


Mientras, Iglesias guarda una inexistente, escasa o directamente mala relación con la mayoría de los actores políticos de la ciudad, y su gestión se ha ido trufando de piedras. Desde la Banda de Música (que suma ya dos concursos desiertos), a los libreros (sin apoyo municipal por primera vez en trés décadas para montar la carpa en el Día del Libro) o los problemas con el Festival de Jazz (que no recibió subvención en 2017). No se salvó ni el Entroido –con una escasísima programación municipal– y ni siquiera el cartel ganador de Os Maios de este año. Un plagio de una artista estadounidense que, tras semanas de suspende, tuvieron que terminar reconociendo lo que era un grito en las redes sociales. 

Y en paralelo, Educación. Off the record, los colegios critican una gestión que los ha ido dejando sin subvenciones para las actividades.

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