Opinión

Carta aberta a Miguel Caride

Miguel, has salido a la palestra para manifestar tu opinión sobre la actuación del ministerio fiscal en un determinado caso en el que ejerces la acusación particular. Y, para ello, apareces alardeando del ejercicio profesional de abogado durante veintiséis años. Podrías añadir también que formas parte de la Junta de Gobierno del Colegio de abogados. Y utilizas la antigüedad en el ejercicio como argumento de autoridad. Sin embargo, he de decirte que en el plano dialéctico un abogado ha de distinguirse y diferenciarse en sus afirmaciones, no por la antigüedad, sino por estar sus asertos avalados con argumentos jurídicos.

Sin embargo, en tus declaraciones, se echa en falta esa fundamentación jurídica cuando criticas la actuación del fiscal, con lo cual tus aseveraciones se convierten en un argumentum ad verecundiam (porque lo digo yo). La antigüedad en el ejercicio de una profesión, por sí sola, no atribuye autoridad al que la alega, sino solamente a aquel que proporcione cimientos jurídicos recios, lo que, lamentablemente, se echa en falta en tu crítica.

Es conveniente recordar que ya en 1882 Alonso Martínez, en la exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, dijo que al ministerio fiscal es a quien se encomienda la misión de promover la averiguación de los delitos y el castigo de los culpables, sin dejar por esto de defender a la vez al inculpado inocente. Y esa es la línea de actuación marcada por el propio estatuto y diversas instrucciones y circulares de la Fiscalía General del Estado.

Tú, sin embargo, críticas al fiscal que defiende a un imputado y lo criticas cuando, legalmente, el Fiscal tiene la obligación de defender al inculpado que considera inocente. Tus palabras van en contra de los más elementales principios en los que se inspira el proceso penal español. Por ello, tu alegato nada positivo aporta a la ciudadanía que no sea el tratar de confundirla. Y no es de recibo que quien lo haga sea un abogado. Si la finalidad del discurso, como se evidencia, va en la línea meramente publicista y amarillista, no deberías ni haber hecho esas manifestaciones, ni mucho menos como abogado.

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