Opinión

La celebración del Corpus ribadaviense

Las celebraciones del Corpus datadas desde finales del siglo XVI son anteriores en el calendario festivo ribadaviense a las marianas del Portal. El día grande de estas conmemoraciones se celebraba la misa solemne en la iglesia de Santiago y una vez finalizada, salía de dicho templo la procesión regulada por unas ordenanzas municipales que señalaban el lugar que tanto las imágenes cómo los cofrades ocuparían en la comitiva. A ella acudían las cruces y feligreses de las otras parroquias locales, junto con los religiosos de santo Domingo y los franciscanos, quienes eran invitados de excepción al no pertenecer al obispado de Tuy, por estar ubicado su convento en  territorio de la diócesis auriense.

En el desfile también participaban los párrocos de Quines, Regodeigón, Carballeda, Bieite (sic) Beade y Muimenta y junto a las consabidas efigies del Buen Jesús, Nuestra Señora de la Oliveira y del señor san Jorge, concurrían personajes cómo Las Burras o Penlas, mujeres vestidas de blanco que bailaban llevando a una niña pequeña sobre sus hombros y pertenecían al gremio de las panaderas, El Feno, representante de los horneros, A Becha, especie de monstruo terrible a quien vencería posteriormente durante una vistosa escenificación en el atrio de santo Domingo el  señor san Jorge, y abriendo esta comitiva laica a lomos de una vaca, la figura de Juan de Arzúa cuyos adornos y vestidos supusieron a las arcas municipales en 1739,  junto con los demás gastos, un añadido de 92 reales.

Este combinado de ritos profanos y cristianos que, con sus variantes locales, tenían lugar en toda España, constituía un extraordinario espectáculo para los vecinos y un reclamo para los forasteros, que culminaba con la corrida de toros en la plaza mayor, cerrada para la ocasión, donde se lidiaba a la vaca sobre la que se paseó por la Villa en la mañana del Corpus, el monigote llamado Juan de Arzúa. El arte de Cúchares, una de las funciones más aguardada en estas jornadas, se mantendría a lo largo del tiempo llegando hasta 1931, año en que se data la última corrida en el Corpus de la Vila.

A lo largo del tiempo se incrementaron los desórdenes y alborotos al paso de la procesión, por lo que en el último tercio del siglo XVIII se suprimieron, a nivel nacional, todos los espectáculos, representaciones y figurantes, quedando la fiesta limitada al aspecto meramente religioso. Posteriormente, tras la Desamortización, la celebración litúrgica decayó notablemente y la fecha quedó cómo uno de los días señalados para la ceremonia de la Primera Comunión.

La presente fotografía tomada en los añorados jardines del Club, nos muestra a las vendimotas que a comienzos de los sesenta, fueron a las fiestas del Corpus de Orense haciendo gala del ADN local. El Club Artístico mandó para la ocasión un inmenso culeiro repleto de unos bagos virtuales que llenaron de colorido la Batalla de Flores. Aquella tarde y tras una tremenda tarrascada que estuvo a punto de dar al traste con la cabalgata,  una conocida armería orensana fue el improvisado camerino para la puesta a punto de las gentiles labradoras. La cosecha de la jornada fue “El Primer Premio de Coches Engalanados” que obtuvo nuestra representación. En la parte superior de la imagen figura, sosteniendo un trofeo, Odilo Rodríguez, el conductor; le sigue Quico “Floravia” encarnando al dios Baco y en la derecha, el autor del ornato de la carroza, el pintor Ángel Dicha.

En el centro el elenco femenino sonríe, tras el triunfo, con el ufano presidente. Las esforzadas y hermosas vendimotas son: Abajo: Chicha González “Moderno”, Mª Luz Castro, Gelines González “Moderno”, Julio Lira, presidente del Club, Mª Eugenia Hermida y Piro Veleiro; siguen Modestita Sánchez, Chicha Hermida, Mª Carmen Lira, Chicha Santoro y Pepita Canitrot y en la fila superior, flanqueando al dios de las uvas, Lina Solís y Pepa Riodríguez.

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