Opinión

Celia Fernández (Costureira de Vilar)

La mariquiña (costureira de Deus) es un pequeño insecto de color rojo con manchas negras. Estos animales son considerados en algunos países, sobre todo en Suecia, como portadoras de mensajes positivos, tanto en el amor como en la salud. Según algunas creencias, si una mariquita se posa sobre la mano de una mujer recién casada, ella tendrá muy buena suerte y la misma cantidad de hijos que indican las manchas del insecto. En el caso de que la persona este mal de salud, la mariquita lo dotaría de energía y vitalidad para poder superarlo. Esto explica porque en 1800 los médicos hacían uso de este animalito para curar el sarampión. Se cuenta, que en la Edad Media, una plaga de insectos azotó Europa y destruyó los cultivos. Ante esto los agricultores rezaron a la Virgen María por una solución. Al poco tiempo apareció la mariquita y comenzó a depredar a todos esos insectos que destruían la cosecha. 

Celia Fernández Martínez, que nació en Vilar de Flores, es como la mariquiña, muy laboriosa. A sus 90 años, con cuatro hijos y sus respectivos cónyuges y nietos, sigue cosiendo para regalar a sus familiares y convecinos aquellas obras de auténtica artesanía que le siguen brotando de esta alma noble y generosa.

Celia Fernández Martínez, la hija de labradores que en su fuero interno soñaba con ser médico, se aplicó desde la infancia a la costura artesana. Más tarde, ya emprendedora y para contribuir a pagar los estudios de sus hijos en la universidad (todos lo aprovecharon y muy bien), abrió una mercería en Allariz, donde, además de los hilos y todo tipo de artículos, vendía los vestidos que confeccionaba de noche, robándole horas al sueño, hasta altas horas de la madrugada. De este modo, Celia fue acuñando en su entorno familiar y vecinal una bien ganada aureola de persona mágica, afable, servicial, cariñosa, amable y, sobre todo, muy  solidaria con los demás y que, al igual que la mariquiña de Deus, se ganó la simpatía de todos los que la conocen y tienen la suerte de vivir junto a ella.

Durante muchos años, Celia Fernández Martínez lamentó, junto con algunas otras vecinas y amigas, no conocer la costurera gratuita del centro de discapacitados de Valverde, también en  aquellos tiempos, todos los recién nacidos de su entorno  recibían puntualmente un obsequio de esta angelical señora. A sus 90 años, Celia Fernández Martínez recuerda la fecha del nacimiento de todos sus vecinos a los que felicita de forma personal. Uno de ellos, me cuenta que el mejor recuerdo de su niñez fue el vestido de marinero que  Celia le regaló para su primera comunión y que sus padres no podían pagarle.

Celia Fernández Martínez me trae a la memoria a la buena de Julie Andrews en  Sonrisas y Lágrimas, en aquella  escena que recibe una buena bronca del capitán Von Trapp, pero lejos de amilanarse, se propone hacerles unos trajes a los niños para que jueguen a sus anchas. Cuando saca la tela de las cortinas, les echa una mirada reflexiva, y lo siguiente que vemos, es a los siete niños y a su cantarina institutriz, triscando por Salzburgo cual cabritillas alpinas. El mayor misterio es como consigue coser esos trajes monísimos en una noche y sin siquiera tomar medidas, ahí, a ojo de buen cubero , como seguro habrá tenido que hacer nuestra Celia en mas de una ocasión para hacer feliz a sus gentes, que en la actualidad son las que de forma continua le muestran su agradecimiento y respeto.

A Celia Fernández Martínez, le gusta la sinceridad y la llaneza, no soporta la mentira, de joven le gustaba bailar y oír música sacra, dicen que nunca nadie se quejó de su trabajo siempre bien hecho, su mejor recuerdo y que aun  está muy presente,  es ver a toda su familia junta y muy unida, quizá por ese invisible pero fuerte hilo, que ella, como la mariquiña costureira a sabido coser con la firmeza de su dedal y sobre todo de un generoso corazón que en su Vilar de Flores todos tienen en gran estima. 

Celia Fernández Martínez MARIQUIÑA BONITA/ /MARIQUIÑA DE DIOS/ /ACARICIA A MIÑA MAN/ I /QUÉDA SEMPRE CON NOS/.

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