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Compendio universal de autoayuda

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Seis mil toneladas y media. Es el peso de los libros de autoayuda que se consumen en estas fechas, si los pusiéramos uno sobre otro. Incluso aunque no los pongamos uno sobre otro, creo que el peso total es bastante parecido, pero no hurguen en la herida de mis limitados conocimientos de alopecia aplicada. Como sea, la autoayuda es necesaria en este siglo. De no existir, mucha gente en verano seguiría haciendo en la playa los test sexuales de las revistas para adolescentes de los 90, que están detrás de la mayor parte de los fracasos de nuestro tiempo, incluida la caída del Imperio Romano, las hormonas de Leo Messi y la lenta extinción de los huevos fritos con chistorra en el menú del día de los restaurantes castizos.

En un tiempo en el que nadie tiene previsto ayudarte a nada, la única salida es la autoayuda, cuya especialidad es empujarte a descubrirte a ti mismo, que es algo que hasta ahora todas las civilizaciones habían hecho empleando espejos. Son muchos los autores dedicados a la autoayuda que disparan sus ventas en estos días. Tantos, que es imposible llevárselos a todos a la playa. Por eso este soberbio cronista, que los ha leído todos, decide hoy ofrecer a sus inteligentes lectores un compendio de ellos.


Descubre quién eres

Hay dos cosas importantes en esta vida: saber quién es uno mismo, y el Real Madrid. Para descubrirte a ti mismo lo mejor es que metas la mano en la cartera y cojas el DNI. En principio, eres ese tipo de la foto, que parece que acaba de cometer un asesinato salvaje, y colarse después en un fotomatón de los 80 con ropa de los 70. Si no eres capaz de encontrarte de este modo, ponte a 160 kilómetros por hora por cualquier autovía española y en seguida aparecerán unos señores uniformados que con mucho gusto te explicarán quién eres, de dónde vienes, a dónde vas, y cuánto les debes por el trámite.


Visualiza lo que deseas

Dicen los expertos que esta es la forma más eficaz de conseguir cualquier cosa que quieras de verdad, de corazón. Maria Sharapova y Scarlett Johansson no cuentan. Personalmente, llevo dos horas frente a la cama deshecha visualizando que está hecha y, de momento, nada de nada. Si hay novedades, serán ustedes los segundos en saberlo.


Cree en ti

Uno de los pilares básicos de la auto ayuda es creer en uno mismo. Han insistido tanto en este aspecto durante los últimos treinta años, que el mundo está ahora lleno de tipos que creen demasiado en sí mismos y muy poco o nada en todo lo demás. En lenguaje de la calle, diríase que el planeta sufre hoy una insoportable invasión de malditos cabezotas.


Sé tu mismo

Es muy feo ser cualquier otra persona. ¿Qué diría tu madre?


Aprende de tus errores

Para esto tendrás que equivocarte a menudo. Según los manuales consultados, si crees en ti, eres tu mismo, y visualizas lo que deseas, es imposible que cometas errores. Así que si ves que es imposible aprender de tus errores, bájate al bar a tomar una cervecita.


Elimina pensamientos tóxicos

Trata a toda costa de evitar pensar en azufre, mercurio, o arsénico. Esta es una buena excusa para que ni se te pase por la cabeza el empleo de productos de limpieza doméstica.


Cárgate de energía cada mañana

En varios libros de autoayuda dicen que la manera ideal de comenzar el día sería salir en pelotas a caminar bajo el sol y recibir así toda la energía del astro rey. Al parecer esto nos conecta con nuestros antepasados –que digo yo que serán muy, pero muy antepasados-. Prueba, si te hace ilusión, pero ya te advierto que el nivel de tolerancia de occidente sobre este tipo de prácticas deja mucho que desear. Y, por otro lado, si vives en un país islámico, lo mejor es que te cargues antes de energía, porque la necesitarás para salir corriendo cuando llegue la turba con la soga.


No te dejes influir por los demás

Exceptuando, obviamente, a los autores de libros de autoayuda.


Respira

Sal a la ventana, pon la mente en blanco, y aspira lenta y profundamente, dejando que el aroma a alquitrán del asfalto se te pegue suavemente a la garganta, y el óxido de nitrógeno de los tubos de escape recorra cada rincón de tu circuito respiratorio, tatuándote pequeñas calaveritas por aquí y por allá.

Si esta práctica no te hace sentir mejor, deja de respirar inmediatamente. Pero tampoco estoy seguro de que eso mejore las cosas.


Felicidad fácil

Después de muchos años de sesudos estudios, investigación con ratas, y acalorados debates teóricos, los grandes autores de autoayuda están hoy convencidos de que si de verdad quieres ser feliz, lo mejor es que cojas y seas feliz.


Haz deporte

¿Ya lo echabas de menos, eh? Por supuesto. Haz deporte: vete de vinos y lárgate sin pagar de todos los bares.


Haz cosas que te hagan sentir bien

Dicho de otro modo, intenta golpearte lo mínimo posible la cabeza con el martillo de las chapuzas domésticas, no salgas a la calle sin abrir la puerta de casa, y evitar meter las manos entre las brasas de la barbacoa. Ni siquiera para comprobar si da jugo.


Éxito en pareja: perdónate

En las relaciones de pareja, no busques que tu pareja te perdone por tus malas acciones. Perdónate a ti mismo y sigue comportándote como un cabrón con pintas. En cuestión de días no tendrás que preocuparte más de la marcha de tu relación sino de que tu relación se marcha.


Lee a menudo a Itxu Díaz

En esto coinciden sin excepción todos los autores.


Sé solidario

Hazte un selfie lanzándote un cubo de algo sobre la cocorota.


Conéctate con tu cuerpo

Esta es uno de los hallazgos más recientes de los expertos en autoayuda. Al parecer durante XXI siglos los hombres han vivido desconectados con su propio cuerpo. Un descubrimiento que pone los pelos de punta, suponiendo que el pelo y la cabeza todavía se encuentren en conexión. Es muy importante que cojas todo aquello que guardas por casa que tenga aspecto de ser parte de ti, vayas a tu cuarto, te pongas frente al espejo, y recompongas de inmediato tu cuerpo conectando entre sí cada uno de tus miembros. Cuando te sientas totalmente conectado, intenta hacer así con los deditos. Si no eres capaz, revísate, porque puede que con las prisas te hayas puesto el pie en la mano.

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