INVESTIGACIÓN

La jueza reconstruye los pasos del agente muerto en comisaría

Trata de determinar si cuando llegó a su despacho ya había alguien dentro manejando el ordenador 

La jueza que instruye las diligencias por el presunto homicidio del policía Celso Blanco el 9 de abril de 2016 regresó a la Comisaría de As Lagoas, algo que ya comienza a ser frecuente; lo hizo antes de que incluso hubiera detenidos y también a posteriori para la práctica de registros en los automóviles de los sospechosos. Ayer entró a las 11.50 y salió a las tres de la tarde.

El objetivo, esta vez, no era otro que medir los tiempos para apuntalar la hipótesis del homicidio por parte de los gemelos Roy y Bernardo D.L. La togada, Eva Armesto, se centró exclusivamente en el tiempo que tardó la víctima en llegar a su despacho de la quinta planta desde que cogió el ascensor en el sótano, en donde está el aparcamiento en el que dejó su moto. 

Blanco, según recogen las dos cámaras de seguridad, que grabaron con un desfase de 22 segundos, llegó a las 15.52 horas del sábado 9 de abril de hace dos años. Llamó al elevador a las 15.54 y un minuto después franqueó la cabina. En total, tal como quedó recogido en la diligencia de reconstrucción de ayer, tardó un minuto en llegar a la oficina de Prensa, a la que estaba asignado. En esta recreación, a la que asistieron los abogados y policías de UDEV, además del personal judicial , también se cronometraron los tiempos de llegada a otras plantas del edificio.

La importancia de esta última prueba radica, según fuentes próximas al caso, en demostrar si cuando Celso Blanco llegó al despacho ya había alguien dentro. El ordenador que utilizaba la víctima registró actividad en esa franja temporal (estaba encendido).


Cámaras de seguridad


El sumario revela, a través del examen de la cámaras de seguridad, que uno de los policías investigados, Roy D.L. llegó a las 15.12 horas a las instalaciones de As Lagoas -ya había estado por la mañana-, aparcó el Volvo XC90 en el sótano (planta -2) y salió por el interior para saludar al agente que estaba en el control de seguridad (planta baja). Al cabo de siete minutos, abandonó la comisaría para hacer unas compras en el centro comercial Ponte Vella, a tenor de su versión. Las cámaras volvieron a localizarlo a las 17.11 horas; esta vez, abandonando la comisaría .

La magistrada considera que el inspector Bernardo D.L pudo desplazarse escondido en el todoterreno y acceder al interior del edificio policial sin ser detectado. Para ello, supuestamente utilizó un pasadizo oculto que da a la galería de tiro y al que se puede acceder desde donde estaba estacionado el vehículo, en una zona "ciega" para las cámaras de seguridad. Un recorrido en el que, tal como se comprobó el pasado año, se invierten cinco minutos. Por contra, el investigado sostiene que no pisó la comisaría ya que estaba en las instalaciones deportivas de Monterrei.

Según el cronograma y siguiendo la tesis de la jueza, Bernardo y la víctima pudieron haber coincidido durante una hora. La autopsia certificó que Blanco murió sobre las cinco de la tarde y su última comunicación fue a las 16.45 horas, un mensaje a un grupo de Whatsapp ("Lo siento, ya lo entenderéis") y un correo electrónico enviado desde su ordenador en el que pedía perdón por el daño causado y asumía en exclusiva la responsabilidad del robo de armas del búnker en 2014 y la remisión de anónimos culpando a otros policías.

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