"Diario de un bombero": cuando la jornada acaba con las llamas

Dibujo
photo_camera Imagen de dos brigadistas caminando por la zona de A Gudiña.

En Ourense se han contabilizado varios incendios en menos de un día. Octubre se está convirtiendo en ese mes maldito para los servicios de emergencias. Y @BrifLaza lo cuenta en primera persona, desde la primera línea del foco

Se levanta el día con el sol y a la vez las llamas. Suena la alarma del despertador de fuegos y el operativo de emergencias contra las llamas se activa. Da igual la hora, el lugar y el cómo se ha iniciado. Los servicios de emergencias recogen sus protecciones y los utensilios necesarios para luchar sin descanso contra las llamas. Da igual, cómo hayan pasado la noche, cómo estén, su objetivo es salvar un bien preciado que pocas veces el ser humano valora: la naturaleza.

La cuenta de Twitter @BrifLaza narra en primera persona cómo es el trabajo de los servicios de emergencias. La cuenta permanece activa 24 horas durante todo el año. Sin embargo, parece ser que octubre se ha convertido en el mes con más actividad. ¿La culpa? Los incendios. El año pasado Galicia fue un horno. Vigo y Ourense se llevaron la palma con más de cien incendios en dos días. ¡Un desastre ambiental!

Ahora, la cuenta publica una fotografía de un bocadillo, un melocotón y una bebida energética. La jornada de muchos habrá acabado con papeles encima de la mesa, con la última operación o con el cometido del día cumplido. Mientras unos comen y ven como las llamas no cesan, otros trabajan. Su labor no ha terminado. Llevan más de ocho horas y la campana no suena. La naturaleza sigue siendo calcinada.

Cada golpe con la pala a las llamas va con rabia. El dolor de sentir que se está muriendo algo precioso, un patrimonio común de todos. Bueno, de algunos. Esos otros se dedican a destruir. Ese es otro tema. El que nos centra es la capacidad física que tienen esos servicios de emergencias que corren, que juegan su vida y que al final dependen de contratos de la administración autonómica. Después de luchar contra las llamas, tienen que luchar contra sus derechos como trabajadores. A veces, pasados por alto. 

Y mientras se consume la jornada y en las noticias se hacen eco de la devastación de las llamas y las hectáreas calcinadas, ellos a lo suyo. A golpear las llamas con rabia hasta que cesen, hasta que se extinga. Y como ellos otros tantos. 

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